2.7.09

Quién se atreverá a soñar

Mi equipo forma con Ultracomb al arco;
Veritas, Roby, Jorgito y Protalia;
La Morenita, Yelmo y Arco Iris;
Jean Cartier; Alcoyana y Capri.
La enumeración es el curso de los días.
Tenemos alfajores, un marciano chupa tierra,
café relojes galletitas y sábanas,
calefacción segura en el lateral izquierdo.
Si alguien, hoy, preguntara quién mueve,
debería hacerlo Carámbula.
El arte de la clase media corta y cose la historia,
nos previene con viejas coincidencias.
Las marcas y las personas alguna vez fueron
dos ánimas distintas.

Aunque piensen: si en el mundo perdido del hogar
no había misterios: ¿cuál era el reverso de la trivia?
Protalia hoy merece haber sido el tres
de un cuadro de los viejos sueños,
un carrilero ochentoso y curtido
en los vestuarios del ascenso bonaerense.
Merlo, Defensa y Justicia, Los Andes,
una pequeña excursión al Racing cordobés
y la rotura definitiva en San Lorenzo, antes
de la mitad de una tabla cualquiera.

Mi madre atenta a la repetición del significante.
La liviandad y el éxito. Para qué ir más allá, si
en definitiva, Alcoyana-Alcoyana.

Protalia ha enviado un centro, ha cabeceado Gambier,
alguna tarde se ha roto los meñiscos en San Lorenzo.
Hoy revisa la contabilidad de su local en el primer cordón,
y si le duele la rodilla operada, es porque viene la lluvia.
Así transita Protalia por el fango de la vida,
derrapándonos.

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