10.12.09

Bué (2)

Sigue grave el joven al que unos amigos le introdujeron aire a presión por el ano

Al menor le extirparon el bazo y los intestinos y ya fue operado de peritonitis.


Una broma siniestra tiene a un joven de 16 años entre la vida y la muerte en un hospital de Jaén, en España. El menor se encontraba con unos amigos en el taller del padre de uno de ellos cuando, por causas que no han trascendido y que investiga la Guardia Civil, uno de ellos le introdujo aire comprimido por el ano.
El resultado fue que a la víctima se le ha tenido que extirpar el bazo y parte de los intestinos y tiene afectados otros órganos como el hígado y los riñones, por lo que ayer mismo se le empezó a suministrar tratamiento de diálisis. Cinco días después de ser ingresado en el hospital jiennense, el joven se encontra estable aunque su estado sigue siendo muy grave.Así lo informa hoy El País en su edición digital.
La macabra acción de cuatro adolescentes tiene consternada a la localidad de Valdepeñas, en la Sierra Sur jiennense, donde el pasado viernes sucedieron los hechos. Cuatro amigos se reunieron en el taller del padre de uno de ellos, pero el encuentro acabó precipitadamente cuando uno de ellos recibió aire comprimido en el ano con un compresor similar al utilizado para inflar la rueda de los camiones. La Guardia Civil, que ha abierto una investigación, trabaja con la hipótesis de que hay un responsable de los hechos y otros dos testigos. Sin embargo, aún no se han practicado detenciones.
La víctima fue trasladada de urgencia hasta el hospital Médico-Quirúrgico de Jaén, donde fue intervenida nada más llegar de peritonitis. Sus padres, Gabriel y María Antonia, admitieron ayer a las puertas del hospital sentirse desolados y no encontraban una explicación que justifique semejante broma. "Dicen que fue jugando, pero vaya juego, eso es más que una broma", comentó el padre. Ya han anunciado que emprenderán acciones judiciales para depurar responsabilidades, aunque las familias de los menores que protagonizaron los hechos mantienen buenas relaciones e incluso han visitado a los padres de la víctima en el hospital.

9.12.09

Bué

Nueva tragedia enluta a la familia de la peregrina arrollada

Murió el nieto de 5 años de la víctima, al ser embestido frente a la sala velatoria de la mujer que había sido atropellada ayer camino a Concepción El Tío. Uno de los heridos de ayer sigue grave.

Un nene de cinco años, nieto de la peregrina que ayer falleció al ser arrollada camino al santuario de la Virgen de la Inmaculada Concepción de Concepción del Tío, falleció atropellado frente a la sala velatoria donde se despedía a la mujer.
Ocurrió en Colonia San Bartolomé, 168 kilómetros al este de la ciudad de Córdoba, de donde era oriunda Marta Ofelia Bosolino (58), embestida ayer a la madrugada por una moto junto a otros promesantes sobre ruta provincial 3, unos 3 kilómetros al norte de la localidad El Tío.
En el acto. El comisario mayor Nelson Carrizo confirmó a LAVOZ.com.ar que el niño es nieto de Bosolino y dijo que fue embestido por una camioneta Ford Ranger alrededor de las 19 de ayer, cuando el pequeño "cruzó la calle saliendo de entre los autos que estaban en el sector de la sala velatoria".
El pequeño fue identificado como Juan Leonel Arcos y según la Policía falleció en el acto.
Juan Magni, jefe comunal de Colonia San Bartolomé, dijo que "había varios autos y mucha gente afuera, no creo que (la camioneta) haya venido fuerte".
"Fue frente a la sala velatoria y en el medio de la calle", dijo el funcionario a las radios .

Peregrina. El siniestro en el que había muerto la abuela de Leonel ocurrió alrededor de las 3.30 de ayer cuando Ofelia peregrinaba por la banquina de la ruta en dirección a Villa Concepción del Tío, donde está el santuario en el que se realiza la festividad del 8 de diciembre de la Inmaculada Concepción.
Al parecer, algunos peregrinos invadieron la ruta cuando pasó una moto en la que iban dos jóvenes de 26 y 22 años.
El rodado, una Honda CBX 250, rozó a uno de los peatones y el conductor perdió el control de la moto, que salió disparada en dirección a la banquina, donde arrolló a Bosolino y a otros dos hombres.

Herido grave. El conductor de la moto, Santiago Maximiliano Flores (26), está internado en la terapia intensiva del Hospital Córdoba de la Capital, con pronóstico reservado.
Es un paciente complicado pero está estable, el pronóstico reservado es por ahora. Las lesiones más graves son el tórax, porque tiene afectado los pulmones", dijo a LAVOZ.com.ar Carlos Simon, director del establecimiento médico.

28.11.09

El paseo

madre me llevaba de la mano
por el terraplén oscuro

decía:
esa es la bomba de agua
el perro amarillo, ése, no lobo,
ahí las parvas
más allá el pajonal de la cluecas
decía
nunca a tu edad,
vi estas cosas

llegábamos hasta la capilla de los garzón
a ver
los altos vitrales del cristo
de la buena muerte
el áspero cuero de las iguanas
la ruta, siempre lejos

a la vuelta me daba
el pan de la tarde, cantando
los salmos preferidos
y una tristeza hermosa me cerraba la garganta
o quizá el polvo del camino
o dios, que entonces era
un potro negro
que despertaba el miedo


(Poema de Elena Anníbali, de su libro tabaco mariposa, Caballo Negro Editora, Córdoba, 2009)

6.11.09

La voz de un cartógrafo

Estas palabras que siguen son del escritor riocuartense Pablo Dema, a partir de la lectura de Hadrones. Las pongo acá para agradecerle profundamente la alegría que me hizo sentir con sus comentarios. En el espacio que Dema mantiene junto a José Di Marco se pueden encontrar otros ejemplos de la seriedad y el talento que demuestran al escribir críticas. Y ni que hablar de la narrativa y la poesía que producen respectivamente.



A veces me canso de mí mismo, de la autoreferencialidad. Quería decir una palabra sobre este libro y compartirla, pero tengo que excusarme, volver a mencionar que este blog era para ir comentando los libros leídos que valen la pena y que casi nunca escribo porque me exijo demasiado, porque quiero ser completamente exhaustivo, porque le temo al ridículo, a la informalidad, a no estar a la altura. Pero no puedo releer cuatro veces cada libro y pasa el tiempo y no escribo sobre nada y es peor. Así que esta noche que estoy solo y nadie nos ve, Diego, dejame que te diga una palabra sobre Hadrones, un comentario como el que te haría si estuviéramos tomando este vinito juntos, como lo haría si viviéramos en la misma ciudad y te pasaras por casa para decir: “hola puto, perdió Boca, apagá la compu, poné música o prendé un poco la tele y dejá de hacerte el serio”. Me haría bien un poco de compañía esta noche, tuve un día difícil, todo la tarde pensando en la maldita palabra alquiler. Por suerte estuvo tu libro para salvarme el día.

Ahí vamos:

Son cinco relatos, el último, el que le da título al volumen, es el más extenso (cuarenta páginas). Hay cosas mejores que otras y el último relato sin dudas justifica por sí solo el libro. Pero hay que apuntar que para mí no es un libro desparejo ni rellenado con algún texto que engrosa el volumen pero que es innecesario. Muy por el contrario, los cinco funcionan como trazos imprescindibles para delinear una poética sólida. Poética significa: un programa estético definido, una serie de pautas que un artista se da para darle forma a sus creaciones: serie de principios, moral de la forma, cosas que se hacen y cosas que no se hacen siempre: una marca: una voz propia: un mundo propio. Alguien que escribe es un escritor cuando sabe lo que hace y asume los riesgos, cuando establece un tipo de relación con la lengua y no se aparta de ese vínculo que lo define. Me parece que ese vínculo es originario o primordial, que es un modo de entrar en escritura que afecta al que escribe casi como una marca de carácter. El escritor Vigna es así, o hace esto: habla sobre este mundo, sobre su mundo que es el nuestro. No hay recreación de contextos anteriores, no hay proyecciones de mundos futuros, no hay una realidad atravesada por elementos sacados de cuentos de Lovecraf ni de novelas de King en las que es difícil creer. Estamos acá y ahora: un tipo llega al aeropuerto de Córdoba, otro mira un accidente desde la ventana, un chico pasa unos días en la casa de un amiguito y atisba el cuerpo de la mamá del otro porque el cuerpo de la mujer todavía es un enigma, un oficinista enamorado de una compañera de trabajo que tiene un celular como el que a todos hoy nos maravilla, un muchacho que pasa un fin de semana con su padre en las sierras hace unos días nomás, cuando los europeos pusieron a funcionar el Gran Colisionador de Hadrones para que aparezca la “partícula de Dios”. Todo esto liga en principio esta poética con el realismo, que siempre es una estética que ausculta el latido de un mundo viviente y todavía no disecado por la teoría. He visto citado un concepto de Raymond Williams que es la “estructura de sentimiento”, vale decir, un saber que tienen los sujetos que experimentan un mundo que todavía no está codificado por la ciencia. Tal vez sirva para pensar esta poética esa idea, una literatura que quiere comprender el mundo en el que estamos a través de la percepción de unos sujetos para nada arquetípicos ni excepcionales. La idea de sentimiento nos viene bien y a ella se aviene la principal decisión narrativa de Vigna: el narrar desde una perspectiva que sabe siempre guardar una distancia justa, que no se lanza jamás a teorizar ni a interpretar la realidad es percibida como la perciben los sujetos más allá de que se opte por un narrador que participa de las acciones (“El sueño de Monk”, “La mitad de ella”, “Hadrones”) o que narra desde fuera (“Una pequeña sonrisa de colores”, “Pis”). La cantidad de información sobre el mundo narrado es la clave del efecto de estos relatos. Contar sin explicar, mostrar sin interpretar. Por eso no importan las tramas si no lo climas, las atmósferas creadas, la tensión que se establece entre personajes (entre personas) que tratan de relacionarse sin lastimarse demasiado, que tratan de llevar a cabo el milagro de la convivencia sin enloquecer ni asesinarse unos a otros. Todo lo que la literatura trivial da por hecho, aquí es puesto en tela de juicio desde el comienzo. Aquí no se narra la historia de una pareja que va a tener un hijo ni la de dos amigos que van a vivir una aventura, tampoco se cuenta la historia de una pareja que comienza ni la de otra que ya está consolidada ni la de un padre y un hijo que pasan (tal vez) sus últimos días juntos. Lo que se hace es descubrir que esos vínculos humanos no se dan sino como anomalías, como una serie interminable de fricciones lacerantes en las que destella excepcionalmente la posibilidad de un encuentro. Visto de cerca, reza un dicho popular, nadie es normal. La normalidad que da por sentada cierta literatura que tiende al estereotipo acá es desenmascarada por personajes que, cuando nadie los ve, parecen freaks o pervertidos o desequilibrados, y, al salirse de la normalidad, paradójicamente, se parecen a cada uno de nosotros. Hay mucha ropa interior en estos relatos, de hecho uno puede ir del camisón de la escena en la que Ingrid se desviste para dormir o del calzoncillo de Jani que se ducha antes de la fiesta en “Una pequeña sonrisa de colores” a la bombacha que se quita la chica de “El sueño de Monk” y al calzoncillo de su novio, pasando por el calzoncillito de Franco y la bombacha que encuentra escondida en el fondo de la pileta vacía en “Pis” hasta los breteles del corpiño de Silvina en “La mitad de ella” para llegar a la situación en la que Alfonso huele la bombacha de Apollina o mira la de Beatriz en “Hadrones”. Lo que puede parecer una coincidencia o un detalle trivial se revela al cabo como el resultado de una decisión estética: mostrar a los personajes en la intimidad, enfocarlos de cerca, sin soslayar su curiosidad básica por el sexo del otro y sin dejar de enseñarnos su precariedad, su despojamiento material que es también un índice de su indefensión humana. Estos personajes están solos y desnudos en la oscuridad, olfateando los restos de otros seres humanos con la desesperación de animales; son freaks, es decir, gente común y corriente en un mundo que está peligro y a punto de desaparecer, igual que todos nosotros.

Pablo Dema
http://www.pergaminovirtual.com/blogs/2cartografos/

3.11.09

"La literatura es una lucha contra el escepticismo"



JQ: ¿Qué cambió desde tu primer libro Los días del padre, a este segundo libro Certificado de convivencia?

SG: Nada. No cambió nada. Sigo preocupado por los dos o tres temas que me interesan y me llevan a escribir: por qué la gente quiere o no a alguien; cómo hace la gente para levantarse a la mañana y no quedarse todo el día en la cama; cómo hace la gente para pasar la noche. (...)

28.10.09

Un recuerdo conciso de una noche amena


(No hay más fotos del evento. Así que aprovecho para agradecer la presencia de todos los que fueron ese 15 de octubre, porque supieron desparramar una energía benévola, una buena onda común. Y todos lo notaron. Así que gracias.)

26.10.09

Ya viene

El experimento más ambicioso de la historia volvería a ponerse en marcha a mitad de noviembre

La resurreción de la máquina de Dios

El acelerador de partículas que busca indagar en los orígenes del universo había sido estrenado en septiembre, pero por una falla debió entrar en reparaciones. Ahora, sin grandes anuncios, va por la revancha.


Después de una inauguración fallida y un año de preparativos, el gran acelerador de partículas LHC –más conocido como la máquina de Dios–, está listo para ponerse en marcha a mediados de noviembre.
El ambicioso artefacto científico, que pretende emular el big bang a pequeña escala, tiene como uno de sus objetivos explicar los orígenes del universo. Los expertos del Centro de Investigación Nuclear de la Organización Europea (CERN), ubicado en la frontera entre Suiza y Francia planean hacer chocar partículas para recrear el evento que dio inicio al cosmos.
El 10 de septiembre de 2008 se ponía en funcionamiento la maquinaria con gran expectativa en el ámbito mundial. En aquel momento, el director general de CERN, Robert Aymar, se refirió a un “día histórico” para la humanidad, que “quiere saber de dónde viene y si el universo tiene un fin”. Sin embargo, el 19 de septiembre, sólo diez días después, la máquina de Dios falló. Según explicaron los creadores de la bestia, el error estuvo en un supuesto apresuramiento en el lanzamiento.
El accidente destruyó un sector de este aparato, por lo que los técnicos y especialistas debieron trabajar en su recuperación. El plan de puesta en marcha se llevará a cabo sin ningún festejo previo. Esta vez, los científicos sólo irán probando todos los sectores de la máquina y aumentarán la energía en la medida de que no se comprueben fallas. El físico alemán Michael Hauschild, que trabaja en el CERN, admitió que lejos de ser perfecta estaban previstos los errores. “Todos los que trabajamos con el LHC siempre tuvimos claro que podrían surgir problemas”, sostuvo el físico.
El proyecto lleva más de veinte años de trabajo de 10.000 científicos y 4.000 millones de euros invertidos. Las colisiones de protones que se generarán en el interior de la máquina producirán brevemente una temperatura 100.000 veces superior a la del Sol y deberían permitir detectar partículas elementales que no se pudieron observar hasta hoy. De esta forma, las altísimas energías aplicadas permitirán recrear el nacimiento del universo hace 13.700 millones de años.
Tras el accidente del año pasado, los expertos del CERN no sólo repararon y cambiaron los imanes afectados, sino que también instalaron nuevos sistemas de seguridad que impiden que se repita un cortocircuito como el del año pasado. Sin embargo, uno de los nuevos sistemas de seguridad ideados no será instalado hasta el año que viene.
La participación argentina en la vanguardia de la investigación está a cargo del ingeniero Mario Benedetti y su equipo del Laboratorio de Instrumentación y Control (LIC), en la Universidad de Mar del Plata.
El LIC colabora en el diseño y la construcción de dos nuevos aceleradores de partículas, el LINAC4 y el SPL, que tendrán como objetivo aumentar la intensidad del haz de partículas que alimentarán al LHC.
Otros tres equipos de investigadores argentinos trabajan en el proyecto: dos grupos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), dirigidos por el ingeniero Carlos Christensen y la doctora María Teresa Dova, y un equipo de la Universidad de Buenos Aires dirigido por el doctor Ricardo Piegaia.


(Crítica Digital, 26 de octubre de 2006)

21.10.09

Texto leído por Alejo Carbonell en la presentación de Hadrones

Hadrón: tipo de partícula subatómica caracterizada por una interacción fuerte. Esa es la definición de la Real Academia Española y entonces los que ya conocen el libro, los que lo leerán luego, encontrarán un título ajustado, preciso, para un libro también ajustado, para un cuento preciso.

Sin embargo, como ocurre con casi todo, las palabras abren puertas distintas cada vez que se las lee, y a mí se me ocurrió pensar que la literatura de Diego está compuesta por hadrones, es decir, pequeñas, ínfimas partículas desplazándose por los territorios de la literatura, con una interacción fuerte, que las distinguirá de otras.

Pero no podría hablar de Hadrones, el libro de Diego, sin empezar hablando de él.

Somos amigos, he leído los cuentos que componen este libro a lo largo de todo el proceso, en diferentes versiones. No es que los cuentos, en esas diferentes versiones, hayan ido mejorando, en ese sentido de ascenso permanente tan vinculado a la economía capitalista, sino que fueron mutando a partir de lo que Diego quería discutir; con quién discutir, por qué discutir.

Diego tiene una intencionalidad, desde que lo conozco, hace unos años, cuando se publicó su primer libro Grises, verdes, de discutir sobre el campo literario a partir de lo que escribe. Es decir, armar un artefacto estético que desde sus propios resultados escanee el folclore de la narrativa contemporánea inmediata.

Hay tres premisas que los narradores de su generación, en su mayoría, tienen como caballito de batalla: el tic generacional, es decir, el intento de generar empatía rápidamente con el lector a partir de experiencias y recuerdos en común (sobre todo los de la infancia); el chiste fácil, descontracturado, que deja a los relatos en la superficie, a un click de mouse del olvido, y la preocupación por dominar todo lo que ocurre en las escenas, de modo de poder llegar a un final bien escrito sin sobresaltos. Estas tres premisas están ausentes en Hadrones.

Hablo, ahora sí, del libro que hoy presentamos, y entre la dedicatoria del autor y el epígrafe, perteneciente a una canción de Adriana Calcanhotto, aparecen las primeras claves de lectura.

El libro está dedicado al miedo y la última línea del epígrafe dice ¿canto para quién?

El miedo es una cosa vasta, infinita: el miedo de Clarín, el miedo de los vecinos ABC1 a la inseguridad, el miedo como reverso del amor que plantea Ricardo Romero en la contratapa, el miedo a la página en blanco de algunos escritores, el miedo de otros escritores a la página escrita. Efectivamente en estos cinco relatos aparece el miedo, no en la clásica forma de misterio o terror, no al futuro, ni al pasado, no un miedo tangible, consistente, ni siquiera en el cuento que titula el libro, en donde lo que reúne a un grupo de gente es, ni más ni menos, que la inminente desaparición del planeta.

Se trata, creo, de un miedo a lo que podemos ser, podemos hacer. En cada uno de los relatos, los personajes están a punto de ser atravesado por una situación de la que no podría regresar jamás.

En la novela Nadie nada nunca de Juan José Saer, se cuenta la experiencia de un bañero que, intentando romper el récord de permanencia en el agua, en pleno río, ve, en los últimos esfuerzos contra la fatiga, los rayos del sol despuntando y reflejándose en toda la masa de agua en movimiento, a la altura de sus ojos. Esa imagen lleva al nadador a la locura, y es lo que luego le permitirá obtener un puesto de bañero en una pequeña playa. Los personajes de Diego Vigna tienen en su comportamiento genético una familia entera de bañeros antes de tirarse al agua. Son relatos en donde los personajes se pueden salir del libreto, llevar al amigo en andas hasta el borde de una terraza y quedar suspendidos un instante, pedirle a la novia que se tire del balcón, dejar a un accidentado con las piernas quebradas y tomarle una foto; dejar, en definitiva, que el pulso y el carácter de los personajes sea el de los relatos, dejar que las historias sigan la necesidad de los personajes, y no al revés.

¿Canto para quién?, dice el epígrafe, aunque no parece ser una pregunta sin respuesta para el autor; más que un interrogante, es un pedido de explicaciones para una generación de escritores produciendo para escritores.

Hace unos días vi en la TV un documental sobre la obra de Cándido López. En particular se hablaba de las maravillosas pinturas que realizó en relación a la guerra de la triple alianza. En esos cuadros, Cándido López desarrolla unas panorámicas desde miradores imposibles cambiando la escala de los seres y objetos, por otra que le permitiera mostrar todo lo que le interesaba sin importar la distancia; una especie de falla óptica alterando la escala hasta cierta naturalización. Explicaban que ese procedimiento ejecutado por el artista se llama “abatimiento del plano”. Qué definición precisa para el procedimiento literario, ahora, de Diego Vigna: abatimiento de las formas para poder relatar la guerra.

Texto leído por Marcelo Casarin en la presentación de Hadrones

Siempre pensé que las presentaciones de libros son incómodamente necesarias. Y ahora tengo miedo de repetir, una vez más, lo que ya dije otras veces cuando me han pedido que presente un libro. Por ejemplo, que es un gesto inútil éste de comentar un libro que, todavía, nadie leyó: en estos casos, la mejor estrategia suele ser llamar la atención sobre algún rasgo particular del libro, leer un fragmento, decir algo agudo, inteligente o quizá brillante.
No me gustan los presentadores de libros que con tanto afán de lucimiento, con tanta frase elaborada, con tanta escritura, terminan por opacar el objeto de la presentación que pasa, muy descortésmente, a segundo plano.
Cuando Vigna me propuso ser presentador de su libro no pude negarme, aunque hubiese preferido que no me lo propusiera… porque entonces estaría tan pancho como ustedes viendo qué dice ese tipo o qué dirán esos tipos sobre ese libro que no leí. ¿Se tomarán mucho tiempo? ¿Cuándo empezará la prometida música, cuándo la bebida?, etcétera.
El libro es muy bueno y estuve merodeando la redacción de varios de los textos que lo constituyen. ¿Y? Bueno. No sólo leí el libro y me dejé llevar por sus extrañas narraciones, algunas de las cuales leí en su versión dactilográfica; además debí releerlo para decir algo en esta circunstancia.
Viví, por supuesto, o, mejor, reviví la experiencia reveladora de que leer un libro no es lo mismo que leer un conjunto de relatos dactilografiados (tipiados, como se dice) en una hoja A4; ni hablar de leer en una pantalla. Recibí de manos del autor unos de los primeros ejemplares que autografió. Gracias, pero me di cuenta que el privilegio me vino porque tenía que hacer mi tarea.
Como dije, he estado muy cerca de la redacción de estos textos y bastante también del proceso de edición. ¿Y si él se hubiese sentido obligado a pedirme que comente-presente su libro? Sospeché eso y no me animé a decírselo. Pero por qué me eligió a mí, por qué, me decía. En estas cavilaciones estaba cuado me vino una idea. Genial, creo. Una idea que sin dudas estaba destinada a romper la tradición del género (del género “presentación de libro”, claro). Voy a pedirle a Diego que escriba algo para que yo lo lea, me dije. ¿Cómo? Sí, le pediré que escriba un par de cuartillas acerca de lo que… ahí vacilé un poco: qué le pediría que escriba: a) lo que le gustaría que digan de su libro, b) lo que cree que su libro dice, es decir, lo que considerase que podría agregar a lo que los propios textos dicen. Pensé que lo mejor era hacerle la propuesta bífida y que él decidiera. Ensayé varias introducciones; alguna ligera: no sé, escribí cualquier cosa, lo que recuerdes de los textos, alguna interpretación; eso: una interpretación de los cuentos. Lástima que no sea un libro de poemas, se facilitarían las cosas, porque de la poesía se puede desencadenar un sinnúmero de interpretaciones. Pero no: ese libro es de cuentos. Narraciones algunas muy breves, otras no tanto, que no necesitan ninguna explicación subsidiaria. Bueno, puede ofrecerse a los lectores alguna clave de lectura o, lo que es más interesante: revelar los vasos comunicantes que conectan los distintos relatos. Ahí me detuve: con tantas advertencias estaría condicionando su comentario, su texto crítico sobre su libro.
No me animé. Pensé que él –20 años más joven que yo– diría –o pensaría–que esta propuesta, lejos de ser revolucionaria, era ni más ni menos una chambonada. Nada que ver, pensaba: si supiera, si yo pudiera hacerle saber que lo importante no era quién escribía la crítica sino, quién la leyera esa noche –qué poco convincente suena. No me animé a pedirle que hiciéramos eso y me doy cuenta de que los he privado a ustedes de algo que difícilmente está a la mano de los lectores: la crítica de los textos por su propio autor. Ustedes saben que es muy frecuente, sobre todo en provincias, que los propios autores del libro escriban la contratapa del libro. Por qué un autor –de provincias, hecho en Neuquén, como reza la solapa del libro– no escribiría la presentación de su libro, como se escribe un prólogo. Muchos autores prologan sus libros.
Los días pasaban, esta noche se acercaba y encontré una solución a mi dilema: si no podía pedirle, por pudor, que escribiera el comentario de su libro, al menos podía yo imaginarlo y me decidí por eso. (He estado muy atento a los acontecimientos recientes y me felicito de haber tomado esta decisión, porque esta mañana nuestro matutino nos sorprendió con una entrevista al susodicho autor que habla de su libro). Entonces, ahí va. Lo que creo que cree él de su libro.

“Primero tengo que reproducir el protocolo: escribir sobre un libro es una consigna en algún punto incómoda y difícil, y más cuando se trata de historias como éstas. Así que, en el comienzo, puedo limitarme a mirar el libro. La tapa es confusa, la interpretación de la foto depende de la distancia, y eso se adecua perfectamente a las cosas que viven dentro de las historias del libro. La tapa, desde lejos, no se sabe si es una explosión de rojo, una explosión de gases, humo, o alguna otra sustancia en algún tipo de aire (o de vacío). Y hasta puede llegar a ser la mitad precaria de un corazón. La mitad de un corazón irregular, sin contornos. Ahora bien: de cerca, ese volumen de rojo, todo eso que no se entiende mucho pero que se mueve, se convierte en el pelo muy enrulado de una persona, y lo que aparece nítidamente es un perfil. Las líneas de un perfil. Una nariz, una boca, un mentón, y un punto de luz, sobre todo eso, que refleja una pupila. Como afirma una de las historias del libro, un punto que hace brillar lo que generalmente no brilla: lo negro del centro de los ojos.”

Efectivamente, ahora vuelvo a hablar yo, lo que acabo de leer es típico del que empieza los libros por los detalles exteriores. El autor se demora en la superficie, en la tapa.

“Después, en el libro, comienza a aparecer el contenido textual: lo que lo convierte, en definitiva, en un libro. Se presenta una contratapa que propone una tesis interesante: dedicar el libro al miedo, por parte del autor, para no tener que dedicárselo al amor. Una vez abierto, efectivamente aparece una dedicatoria al miedo y nada más; y a continuación un epígrafe que cita un fragmento de canción de Belchior, tal como dice ahí, exaltada en la voz de Adriana Calcanhotto. El epígrafe corresponde a la canción titulada ‘Esquadros’.”

Ahí está. Perfecto. Primero la tapa, después el epígrafe. Detenerse en el epígrafe.

“¿Pero qué relación tiene esto con la confusión inicial de la vista, y con la materia del libro, con las entrañas de estas cinco historias? Yo, Marcelo Casarin, me puse a buscar la letra completa de esta canción, y sin querer me encontré en medio de algunas sensaciones sobre la voz intérprete de Calcanhotto. El epígrafe de la canción dice que alguien anda por el mundo y que los autos corren ¿para qué? Y los chiquitos, ¿para dónde corren? Ese alguien, en el epígrafe, dice transitar dos lados de un mismo lado, dice gustar de los opuestos. Dice exponer su modo, dice mostrarse y, por último, se hace una pregunta: ¿para quién canto?”

(Creo que acá le faltó algo, una especie de didascalia que debió agregar: Casarin lee el epígrafe en portugués)

Para quién es el canto, se pregunta: diría Vigna tratando de hacerse el Casarin; entonces ahí se revela en esa traducción libre y sintomática: yo canto para quién, dice el texto.

“Resulta que en otros pasajes de la canción, ese alguien también se interroga, en su andar por el mundo, dónde están sus amigos. Se pregunta dónde está su alegría y su cansancio; dónde está su amor. Dónde están esas cosas de las que nadie, al final, puede despegarse, como la mismísima soledad: la certeza de que en muchos momentos no se tiene a nadie al lado.
El estribillo de “Esquadros” enumera el acto de mirar. Una pequeña lista de un ensimismamiento cotidiano. En el estribillo, alguien mira por la ventana de un auto, por la ventana de un cuarto, a través de una tela. Y en esa mirada concluye que todo tiene su escuadra: todo lo que se ve puede parecer encuadrado, aunque no se lo entienda.”

Fíjense que ya van varias líneas dedicadas primero a la tapa, después al epígrafe; luego a la relación entre la tapa, el texto de la contratapa y el epígrafe. Entonces, me digo, seguramente ahora volverá al texto de la contratapa. Dicho y hecho. Sigue él.

“Podría entonces hablar aquí, como ya ha dicho Ricardo Romero en la contratapa, de todas las cosas sin nombre que les suceden a los personajes de estos cuentos; cosas que brotan, en este caso, entre hombres y mujeres, entre amores y miedos, entre insultos y silencios. Y omisiones.”

Sospecho que no dirá nada de los textos, estoy casi seguro que no dirá nada de esos sugerentes títulos: “Una pequeña sonrisa de colores”, “El sueño de Monk”, “Pis”, “La mitad de ella”, “Hadrones”… Ahí sigue el comentario.

“Pero me quedo con las percepciones de la letra de una canción que nace en el epígrafe del libro, transita por todos los cuentos (como transita una gota entre filamentos sólidos) y termina en uno mismo, en este caso en mí, que recibí el impulso de conocer toda la letra de esta canción. En este libro hay personajes que miran por la ventana de un auto, o de un ómnibus; otros que miran por la ventana de un cuarto, de una azotea o de un bar, y hasta hay personajes que miran a través de una tela. Sin embargo, la escuadra de las cosas, y la presencia de las personas, como siempre, sigue siendo un misterio. Porque como sucede en la tapa, no siempre se reconocen los contornos.”

Genial. Fíjense. Mencionó apenas de nuevo el texto de la contratapa pero volvió a enlazarlo con el epígrafe y la imagen de la tapa y llegó a lo que todos los lectores esperamos: el hilo conductor de los relatos. La discreta unicidad de los relatos autónomos que dialogan entre ellos. Cómo.

“Para quién es el canto [en libre traducción], se pregunta alguien en la canción-epígrafe de este libro, y yo propongo que cada uno se haga responsable con su respuesta.”

Este podría ser un remate que un autor escriba en un comentario de su propio libro. Un pudoroso comentario de un libro que no requiere comentario, que necesita de ustedes, de nosotros, los lectores.

18.10.09

Las cosas en su lugar

Ahora que clasificamos para el mundial con el peor rendimiento que he visto en mi corta vida de un seleccionado argentino;
ahora que hemos podido atestiguar que Diego Armando Maradona no sabe nada acerca de cómo debe pararse un equipo entero en la cancha, acerca de cómo debe pararse un equipo en defensa, acerca de cómo trabajar intensamente para aceitar relevos y cambios de posiciones tácticas, acerca de cómo hacer para explotar las cualidades presentes en nuestros mejores hombres;
ahora que resulta prácticamente imposible ilusionarse con un buen mundial, porque esta selección de Maradona depende pura y exclusivamente de la lucidez, ubicación e inteligencia de TODOS los jugadores dentro del campo;
ahora que sabemos que probablemente ningún DT acompañe a Maradona en el tramo final, en la competencia de Sudáfrica;
y sobre todo, ahora que volvimos a vivir todos juntitos la prepotencia y el resentimiento de Diego, su incapacidad para ponerse en el mismo nivel que los otros, y su tremenda resistencia a pedir ayuda cuando intuye que no puede con algo,
ahora, ahora sí, creo que tenemos que recordar y revivir las cosas que era capaz de hacer este tipo con una pelota en los pies: es decir, mi manera de combatir todo esto que está pasando.

Ponerlo en el lugar de Diego Maradona, el que le pertenecerá por siempre, el que nos hizo adorarlo cuando había motivos reales para adorarlo. Esta es mi manera de responder a las mierdas que pasan, y ojalá alguien lo ayude para lo que viene. Aunque sean Dalma y Gianinna.

Pasen por la videoteca, ahí está Diego Maradona, su esencia.

9.10.09

Estela Figueroa (Santa Fe, 1946)

Un atardecer de abril después de una separación

Ya no tengo a quién esperar
De modo que para qué preocuparse
Por cambiar las sábanas
o barrer el patio.

Se hace lo imprescindible
regar las plantas
dar de comer a los gatos
¿qué culpa tienen?
Al crepúsculo salgo a la calle
en busca de cerveza.
Mi vecino homosexual me invita
a cenar este sábado en su casa.
Acepto.
Donde no hay sexo no hay problemas.

Estos encuentros
han llegado a ser mi único sentimiento.



Motivos

I

Al mediodía un amigo
me comunicó la muerte de otro amigo.
No reaccioné de inmediato.
Almorcé.
Luego tomé un ansiolítico
y pensé en dormir la siesta
tratando de hacerme a la idea
de que estas cosas suceden
cuando se tiene más
de cincuenta años.

Pero no pude dormir
y me largué a llorar.
El crepúsculo me encontró
en el dormitorio
acomodando un poco los libros
que estaban sobre la mesa de luz.
Cambiando las sábanas.
Sacando diarios viejos.
Colgando en el placard
la ropa que estaba aquí y allá.
Asustada todavía
y todavía lagrimeando
porque me sentía sin fuerzas.
Pero no vaya a ser que la
Indeseada llegue
y encuentre todo hecho un desquicio.


Con el dormitorio ordenado es
más fácil
tenderse en la cama
con un pañuelo mojado en
agua fría sobre los ojos
para no ver tanta destrucción.


II

Debemos soportar cuatro
sufrimientos esenciales:
el nacimiento
la vejez
la enfermedad
y la muerte.
A la vejez vamos entrando lentamente como
a una casa desconocida.
Queda la enfermedad
que nos habrá de abatir
con su tropel de médicos y enfermeras
su chirriar de camillas
y la Indeseada.

Sólo estamos aquí de paso
¿qué consuelo ofrecen los libros sagrados?
Ninguno.
Por eso lloro.



Los huesos de mi padre

Hace más de veinte años que murió
y no renovamos el derecho de sus huesos
a permanecer en el nicho.

De mi parte fue intencional.
A mi padre no le gustaba estar encerrado.

Ojalá un sepulturero los haya vendido
y haya comido algo especial con su mujer y sus hijos
o se haya tomado unos vinos
en rueda de amigos.

Y con esos huesos un joven estudie medicina
-esos huesos largos y bien formados-
sin pensar en la muerte.

29.9.09

"Aparte de abrazarla, y si ya la intimidad de los dos hubiera dado para estar desnudos, él, acostado de espaldas sobre la cama, sintiendo junto con ella, a la par de ella, la misma tristeza de las cosas que se van y se disuelven, tal vez el mismo rencor por escenas ya imposibles de borrar, le habría dicho a ella que así, desnuda, se subiera lentamente sobre él y después llorara sobre su pecho, apoyando la cara sobre su pecho, para que se descargara un poco sobre su piel de esa historia que él no conocía demasiado, sumidos los dos -aunque de modo muy distinto- en la tristeza. Al compartirla tal vez lograran que se gastara un poco, que algo se regenerara, que una fuerza extraña -la que los unía, la que hacía tan importantes aquellas llamadas de una ciudad a otra- equilibrara a su propio modo elusivo y profundo el efecto del tiempo que pasa, de las cosas que quedaban atrás y que ya era imposible modificar en su propio desequilibrio cerrado y completo de entregas y cobardías, de apuestas y renuncios."


Fragmento de "El sol y el hielo", cuento de Elvio Gandolfo publicado en Cuando Lidia vivía se quería morir, Perfil Libros, 1998.

24.9.09

El problema de la cabeza

Hace varios meses, quizás seis o siete, que no escribo un texto por puro interés, por impulso. Hice algunas líneas por pedido, para un programa de radio, y otras para el triste tercer aniversario de la desaparición de Jorge Julio López, y he intentado continuar con las cosas empezadas (un cuento que ya está procesado en la bocha y una novela) pero no: hace seis o siete meses que me freno. Esta mañana, sin embargo, como he dicho otras veces en este ensayo del ego, en este cuaderno berreta, en este chorizo mezcla de ceros y unos llamado blog, vuelvo a decir que retorno tímidamente a la escritura para hablar sobre las palomas. En este caso, las palomas del centro de la ciudad de Córdoba.
En el balcón de nuestro departamento hay dos macetas grandes que alguna vez tuvieron plantas. Hay dos estantes en la pared lateral con muchos envases vacíos, un tacho de basura para fumadores, una mesita muy pequeña y circular para apoyar vasos y platitos de picada, dos sillas de caño y tela, otra maceta baja y rectangular. Poco a poco, desde un tiempo a esta parte, también hay palomas en el balcón. En el despunte del invierno comenzaron a aparecer –vuelos fugaces– desde otros edificios cercanos, para detenerse en nuestro balcón, y las muy putas se fueron quedando: lograron que lentamente nos fuéramos acostumbrando a sus ruiditos de buche y a sus visitas esporádicas, hasta que la situación dejó de molestarnos y nos pareció normal, urbano, que algunas palomas visitaran nuestra casa. El invierno avanzó y las palomas, además de venir a pararse sobre la baranda gorda del balcón, también comenzaron a inspeccionar el contenido: llegaron al piso, caminaron por entre las sillas, descubrieron las macetas. Decidimos ponernos “duros” y las echamos ocho o diez veces. Cada vez que llegaba a casa, por ejemplo, y las veía pelotudeando por ahí, abría fuerte la puerta corrediza del living e intentaba cagarlas a patadas, para que se fueran. Y sí, se iban, pero también volvían, como toda paloma. Lentamente, entonces, como corresponde, fuimos cediendo nuestro único lugar descubierto de la casa. Y las palomas descubrieron la tierra seca y vieja de las macetas grandes y a partir de allí, el balcón fue para ellas literalmente un paraíso luminoso y claro con tierra y un poco de comida.
El paso siguiente es contar la costumbre que adquirieron las palomas. Además de volar hacia nuestro balcón y mirar las sierras desde acá, desde la baranda, comenzaron a meterse con sus patitas chotas y dobladas dentro de las macetas para picotear algo que vayamos a saber qué carajo era: comida, palitos, tierra, raíces. Consiguieron, entonces, dos grandes fuentes de alimento. Ahí la cosa se puso mucho peor para nosotros: nos rompió las pelotas que, además de invadir el balcón, también estuvieran consumiendo nuestros recursos, a la manera de las palomas; es decir, bichos, “pollos mutantes”, como decía Mery, haciéndose los pelotudos y comiendo en una casa ajena, cagando las macetas, el piso, la baranda, los estantes, los envases vacíos, todo. Las tardes se hicieron una repetición incesante de reflejos: el reflejo de llegar y mirar el balcón, el reflejo de abrir la puerta y espantar palomas de las macetas, que además tardaban unos segundos en escapar de esas circunferencias y por lo tanto ya comenzaban a llenar el balcón de mierda y plumas.
En esa etapa la historia personal comenzó a volverse una anécdota. Les conté a mis amigos lo que nos estaba pasando. Se rieron. Las palomas siguieron comiendo de las macetas hasta que se me ocurrió poner el tendedero acostado allí arriba, tapando todo, y les quedó el comedor enrejado; volaban hasta el balcón, miraban las macetas cubiertas con fierritos, me miraban a mí y se iban a la mierda. La anécdota también arrastró los miedos o las advertencias de cualquier anécdota: “ojo que las palomas transmiten una cantidad increíble de enfermedades", nos dijeron, pero bueno, qué carajo podíamos hacer más que taparles las entradas a las macetas.
Hasta que una mañana me bañé, me vestí y salí al balcón para probar la temperatura del día y encontré, en la maceta más esquinada, dos huevitos blancos, juntitos, de paloma.
Hijas de mil putas, pensé, y cuando me estiré a la maceta para tirar los huevos por el balcón –directo al patio de la vieja del primer piso– otra vez me ganaron: “no puedo ser tan hijo de puta”, me dije a mí mismo. A mí, que años atrás, después de un accidente en el que se mató casi toda una familia amiga, y después de que la única sobreviviente de ese auto quedara embarazada de casualidad, me prometí no rechazar nunca más ninguna forma de vida. “No puedo ser tan hijo de puta”, me dije, y acordamos con José, el otro habitante de este departamento, que esperaríamos el parto, y después sí, todo a la mierda, se acabaron las palomas.
Entonces comenzó la mejor etapa, la del embarazo externo. Dos palomas se alternaron el cuidado de los huevos. Una grandota y oscura, que supusimos palomo, se encargó de cuidar y calentar los huevos de día, hasta las seis o siete de la tarde. A esa hora caía la paloma mamá, con el lomo un poco más blanco, y pasaba la noche en el balcón, acurrucada, como en cuclillas, con los huevos abajo. El palomo macho era muchísimo más puto que la paloma hembra (lo sigue siendo, seguramente). El palomo macho salía cagando de la maceta apenas alguno de nosotros pisaba el balcón, sea para tomar una birra, barrer o colgar ropa. Al mínimo movimiento nuestro, el palomo salí despedido del nido improvisado y volaba hasta un edificio cercano. Volvía al rato y se acomodaba de nuevo. Si cuando intentaba volver nosotros seguíamos en el balcón, metía una coleada -derrape silencioso- en medio del aire y se volvía al sitio desde donde había partido: no se animaba a enfrentarnos. La madre, en cambio, fue mucho más copada. No dejaba los huevos ni aunque intentáramos matarla. Comenzamos a compartir las noches, José comenzó a compartir cada cigarrillo con ella, y también las reuniones: varias veces terminamos con amigos tomando birra en el balcón y la paloma tranca, cuerpo macizo, ojos abiertos al mango, pero tranquila, convencida de no mover ni una pluma. Todas las visitas dijeron más o menos lo mismo; qué loco tener palomas empollando acá, qué asco las palomas de mierda, se hacen las pelotudas "como perro que se lo están culeando" pero colonizan todo, ojo que las palomas transmiten una cantidad increíble de enfermedades. Salvo una amiga francesa, con la que comimos unas pizzas para despedirla, en el balcón, y se enamoró de la paloma mamá, y disfrutó como loca de su presencia. “Es hermosa”, decía nuestra amiga, y se acercaba a mirarla: la paloma le devolvía la mirada con una rigidez exasperante, esperando el momento justo para salir a picotear y a defender los huevos. Comimos las pizzas, tomamos unas birras y vivimos todos así, durante varios días. José se encargó de averiguar la duración del periodo de concepción de las palomas: una tarde me llamó y dijo: “che, veintiún días”. “Qué cosa”, le dije yo. “Veintiún días tardan las palomas en tener cría”, me dijo.
No los contamos, pero un día faltaba un huevo, no faltaban las palomas, y entonces luego de un movimiento nos dimos cuenta que había nacido una. Las palomas progenitoras hicieron lo mismo que con los huevos: se guardaron la cría debajo del cuerpo, suponemos que para seguir dándole calor, y el bichito comenzó a crecer muy de a poco, a moverse muy muy lentamente. El otro huevo siguió ahí, demorado, y las palomas madre y padre tuvieron que dedicarse, a partir de ahí, días y noches, a cuidar de la cría que ya estaba afuera de la cáscara, y que de a poco comenzó a levantar el cuello y el pico y a hacer ruiditos.
Hace una semana, más o menos, que la cría comenzó a tener forma de pájaro. Hasta hace una semana, entonces, era una cagada de ser vivo, sin plumas, con unos pelitos amarillos sucios y grasosos, y una piel de mierda, sucia, aceitosa. Un bicho de mierda. Este punto, esta reflexión, de algún modo me sirvió para entender por qué las palomas son unos bichos tan de mierda: bueno, resulta que, entre otras cosas, son así porque cuando son muy muy chiquitas realmente te dan ganas de vomitar. Un bicho de mierda adulto no puede ser otra cosa, de chico, que un bichito de mierda. Lo único llamativo fue que, al momento de estudiar la fealdad citada, me di cuenta que casi todos los seres vivos tenemos algo que nunca cambia. Así como en las personas, por ejemplo, los ojos no crecen, en las palomas el pico tampoco. Con esto quiero decir que, en la cría, de entrada, el pico representó más del 25 por ciento del cuerpo: el cuerpito fue creciendo pero el pico siempre fue gigante. Supongo que eso es nada más que una maniobra de la madre naturaleza para que el bicho pueda alimentarse correctamente en los primeros días de vida.
Y eso fue lo que hicieron, la cría y sus padres: con el paso de los días la palomita aprendió a mover un poco las alas y sobre todo a gritar. En la suma de las tardes, desde acá, desde la computadora, fui escuchando la evolución de esa vocecita aguda, al principio muy débil, después más intensa, y después casi insoportable, histérica, pero siempre vital. Anteayer, me levanté de la compu y fui caminando sigilosamente hasta la ventana corrediza para espiar el nido-maceta y para tratar de entender por qué mierda el bichito chillaba tanto: efectivamente, al igual que en los documentales de Animal Planet o de National Geographic, las aves muy pequeñas gritan mucho y desesperadamente cuando alguien les está dando de comer. Pude ver, haciéndome el soldado espía dentro de mi propia casa, cómo la mamá paloma le daba de comer en el piquito, la misma comida que ella, tiempo atrás, había descubierto en nuestra maceta.
Ayer la cosa siguió igual, con un detalle del ambiente que no conté a propósito: el otro huevo, el segundo, nunca explotó. Por lo tanto, las palomas madre y padre se encontraron con el quilombo de no saber a quién darle calor: si a la cría recién nacida o a la cría del huevo demorado. La cuestión es que decidieron de a poco: como yo en aquella situación fea del accidente, tanto la madre como el padre se inclinaron por la vida. La palomita creció sin pausa al lado de un huevo que nunca explotó, es decir, junto a un hermano trunco.
Todo esto hasta hoy, que decidí sentarme en la computadora a ensayar estos párrafos porque al levantarme, en calzones, caminé hasta el balcón para probar la temperatura del día y así como así me encontré con la maceta descubierta, sin palomas adultas. La palomita cría está absoluta y completamente muerta y con el cuerpo desvencijado y a su lado el huevo trunco, intacto, demorado o muerto, interrumpido, pero esférico, idéntico en el paso de los días. Busqué un guante en la cocina y fui a buscar a la palomita, e hice lo que no había querido hacer nunca: tocarlas. Le puse un dedo en el lomito y estaba rígido como la gran puta; hice un poco más de fuerza y se movió todo su cuerpito, las patas duras y quebraditas a un costado, la cabeza tan escondida que, en realidad, ahora no sé si la tiene. Eso mismo pensé ahí, en el balcón, y eso fue lo que me llevó, entre otras cosas, a volver a la escritura: todavía no sé si la palomita tiene la cabeza, ahora voy a volver a inspeccionar el cuerpo antes de meterlo en una bolsa del Disco. Pero pregunto: ¿puede ser que el cadáver no tenga la cabeza? Eso querría decir -conjeturo- que alguna paloma ajena vino hasta el balcón, de noche, y le cagó arrancando el cuello, los ojitos, el piquito. No hubo gritos. No hay plumas en el lugar del hecho. Ahora voy a inspeccionar el cuerpo y después lo voy a meter en una bolsa del supermercado, junto al huevito que nunca explotó. En el fondo, lo que más me molesta, más allá de la reflexión sobre la vida y la muerte en unos bichos tan de mierda, es que nunca la pude ver volar.

20.9.09

¡Golazo!

Pasen por la videoteca para saber cómo se patea un penal, sobre todo cuando tu equipo necesita sí o sí un gol. Salute.

15.9.09

Me gustaría morir
en la concha de mi madre
sólo para cerrar
un círculo que nadie cierra

4.9.09

Fragmento

(...)

-la ventanilla empapada
la cortina bordó
como nosotros
más oscura por dentro-

la calle ancha anaranjada
por el sol tocando la fronda todavía.

En la terminal no hay remises
y lo sabía antes
de abandonar el estribo
ahora que vivo en una ciudad
que la lluvia no cubre completamente
puedo jactarme
de conocer estas verdades inservibles

(...)



Alejo Carbonell, fragmento de Rocamora. Recovecos, Córdoba, 2008.

3.9.09

Prisión del Morro, Cuba

(...)
"Cara de Buey parece que esperaba una sentencia de muerte, pero los tribunales en Cuba a veces se demoran hasta para otorgarle la muerte a alguien. Como era uno de los presos respetables de allí, dirigía la cocina y también el baño; se ponía detrás de un murito a la hora en que los presos se iban a bañar y 'vacilaba' a todos los presos; algunos presos se quejaban y decían que Cara de Buey se hacía pajas detrás del muro mientras ellos se bañaban. Era cierto que lo hacía, yo pude verlo una vez; era viejo ya, pero tenía una pinga enorme. Su único placer era mirar a los hombres allí y masturbarse; eso le costó la vida, pues otro preso lo sorprendió masturbándose a su costa y lo mató en la cocina, clavándole un pincho en la espalda.
Conmigo Cara de Buey también fue una buena persona. Nunca habló de asesinatos o de crímenes de ningún tipo; me hablaba de su mujer, pero nadie venía a visitarlo. No era un nombre violento; su único momento de exaltación era en el baño cuando, mirando las nalgas de los otros hombres, se hacía la paja. Cara le salió la paja aquélla a Cara de Buey, pero es que el placer sexual casi siempre se paga muy caro; tarde o temprano, por cada minuto de placer que vivimos, sufrimos después años de pena; no es la venganza de Dios, es la del Diablo, enemigo de todo lo bello. Pero lo bello siempre ha sido peligroso. Martí decía que todo el que lleva luz se queda solo; yo diría que todo el que practica cierta belleza es, tarde o temprano, destruido. La gran Humanidad no tolera la belleza, quizá porque no puede vivir sin ella; el horror de la fealdad avanza cada día a pasos acelerados."


Reinaldo Arenas en Antes que anochezca, su autobiografía. Tusquets, 1992, pág. 218.

25.8.09

"Los albañiles sexuales escupen desde los edificios, están hambrientos. Gritan a sus colegas y piden un poco de cal. El vapor de histeria que ronda en las calles los vuelve locos. Inhalan mujeres mientras toman sus penes para jugar en la noche con sus señoras. Los albañiles sexuales buscan la carne que sangra sobre el carbón. Están por todas partes, sólo hay que mirar al cielo. Ríen y bailan. Los albañiles sexuales, no tienen sindicato."

Sebastián Gastaldi, en El Zaguán nº 3, agosto 2009, Córdoba.

18.8.09

Conquistadores del desierto

Está claro que ahí afuera deberían estar reptando dos líneas continuas. Pero yo apenas veo la luz de las ópticas, y en el centro una balacera. Un punto mudo que esta noche me nace entre los ojos, se astilla y vuela por debajo del auto, y pierde el sentido detrás de mi nuca. Se aleja atravesándome la espalda. Pero el amarillo, es lo que me pregunto. Eso que ahora falta como la única forma posible del peligro. Ahí está el problema. Una recta no es así: ¿qué es, ahora, una recta?

Puedo decir: una intermitencia blanca, el latido de la ruta que me quiere hacer dormir.
O puedo pensar: una lluvia sola y vertical y plana.

Me estoy moviendo a tres mil quinientas revoluciones por minuto en una recta de trescientos kilómetros de largo que me lleva directo hacia el oeste, y nada, en lo muy poco que puedo ver, es amarillo.
Está bien, alguien me había avisado que un viaje por este lugar, de noche, es como conocer al mundo en la previa de su nacimiento. Ver el mundo antes de que sea mundo. Y tienen razón. Viajo solo, la oscuridad es total y el auto es mío. Nada más haría falta. Qué es esto sino el espacio.

Entonces digo: así, ni siquiera importa si soy feliz cuando viajo.
Y pregunto: ¿cuál es, así, la distancia entre lo que puedo decir y lo que pienso?

De a poco acelero, suelto el volante, apago las luces, sólo el motor queda. Ahora sí floto en la pulpa más tibia de la oscuridad, y saco el pie del pedal porque el blanco es un sitio mucho más cómodo que cualquier negrura, o que cualquier forma de amarillo. Pero si busco algo lo tengo que probar, y por eso vuelvo, y por eso acelero.
Pero el reflejo en las manos. Vuelvo al volante. Enciendo las luces.
La ceguera me había corrido hacia el centro de la ruta, en vez de buscar la rispidez de la banquina. Y faltan más de doscientos kilómetros para que nazca alguna línea amarilla.

Puedo decir lo que esta cabina esté dispuesta a escuchar, porque esto, no sé si alguien se dio cuenta, habla de la soledad.
Puedo pensar lo que hay, lo que soy, y no otra cosa.

Si freno de a poco, así, lento, y me detengo en la ruta, la línea punteada deja de moverse. Una recta partida al medio. Y es el silencio más hondo si apago el motor, y es el negro origen de todo, si abandono esta butaca y salgo.
Respirar. Ejercer el respiro. Me acuesto delante del auto, los metales de la trompa asustan, no puedo saber si cruzo una porción de la línea blanca, pero estoy en el centro. Miro el cielo, separo las piernas, los brazos, la nuca en la cosquilla del asfalto.
Cargo en la espalda el grosor de la tierra, y no hay tibieza en el camino. La noche ya quitó los recuerdos de la vida que deja el sol. Hay un calor que surge del motor, de lo que es este viaje. El calor del movimiento y sus restos.

Puedo decir: soy parte de esto. Estoy quieto. Si me tienen que pisar, que me pise mi auto.
O puedo, por último, cerrar los ojos y no pensar en nada, porque alguien tendrá que pasar por acá, para demostrar que este desierto no tiene medida. Alguien tendrá que acercarse como una luz, como un ruido, creer en lo que no ve, frenar a destiempo.

12.8.09

Características del nuevo Fútbol Nacional del Pueblo, según los postulados difundidos en la madrugada. Informa Luis Ernesto Z.

1. El torneo se llamará Evita.
2. Comenzará en octubre y será quinquenal
3. Los jugadores obligatoriamente emplearán alpargatas
4. Las organizaciones participantes serán 62
5. Los campeones festejarán en la Plaza de Mayo
6. Los equipos con mayoría de jugadores zurdos desplegarán el juego más bello, pero no llegarán a coronarse.
7. El capitán de cada equipo será ascendido y ostentará el cargo de teniente general. El mejor jugador del torneo será, directamente, general.
8. Los organizadores de cada equipo usarán la camiseta número 17
9. Será incorporada la camiseta 14 bis
10. Los árbitros serán designados por la CGT
11. En caso de igualdad, los partidos se definen a tiros
12. Por cada jugador lesionado de un equipo caerán 5 de ellos
13. Las retenciones no serán consideradas antireglamentarias
14. Se incorporará el artículo 14 bis, por lo que no se permitirá la expulsión de jugadores, priorizando la estabilidad laboral
15. Deberán primar aquellos jugadores que amaguen por izquierda y definan de derecha
16. Se prohíbe la participación de jugadores apellidados Rojas
17. Se abolirá el offside. Nadie puede estar delante del pueblo.
18. Será abolida la ley del último recurso, pues todos serán del estado.
19. Acabaremos con el pelotazo a dividir, será obligación darle la pelota a un compañero.
20. La copa Libertadores se llamará Copa Rastrojero Libertadores
21. Industrias Kaiser Argentina auspiciará la copa Sudamericana
22. No se podrán combinar los colores rojo y blanco en una misma camiseta
23. Antes de cada partido, ambos equipos e hinchadas deberán cantar la marcha peronista
24. Los bombos y pancartas serán obligatorios
25. Quemar ataúdes será considerado un recurso estético
26. Los equipos cuyos nombres sean compuestos deberán reemplazar el segundo componente de su nombre por JP, Perón, peronista o derivados. Ejemplos: Argentinos JP, River Perón, Boca peronista, Perón for Ever, Ferro Carril del Pueblo, San Lorenzo Miguel, Independientes o dominados, Racing Club del Pueblo, Talleres tomados, Universitarios y trabajadores la lucha es una sola, etc. La abreviatura de Gimnasia y Esgrima de la Plata será GERP. Estudiantes de Oligarquía será siempre el rival a vencer.
27. Los únicos privilegiados serán los juveniles
28. Los clásicos de la selección pasarán a ser Italia, España y Alemania. Desde este último país se incorporarán refuerzos de alto calibre.
29. Por razones de seguridad, se clausura el predio de Ezeiza. La selección entrenará en la cancha de Racing, que siempre es la más grande.
30. Postulado indiscutible: No existen contradicciones entre estos puntos. El torneo es peronista

31. ¡Ahora vamos por Venus!

11.8.09

Chiva, chiva, chiva, calenchu, chiva. Quitad la careta, cargad el arma y ¡disparad!

Hermosísima noticia en Clarín, diario del multimedio homónimo, dueño a su vez de la empresa que monopoliza las transmisiones del fútbol local desde hace 18 años. "Ya está", debe haber dicho Magnetto en el corazón del diario: "ni siquiera se cuiden un poquitín como con el campo. Ahora sí, escriban lo que mejor nos quede".
Jo jo.
Me atrevo, mientras comparto la nota, a ensayar el monólogo interior del redactor, párrafo por párrafo. Vamos:



Sección ("Y, pogamos lo que la gente lee primero, lo que impacta, papá!!")

ÚLTIMO MOMENTO

Título ("Tiene que ser claro y conciso, que se entienda bien la idea de negociado")

Kirchner y Zannini, en la cocina del negocio del fútbol

Copetín ("A ver, un poco más claro, algo así como una conspiración que la pagan todos")

El ex presidente junto al Secretario Legal y Técnico trabajaron con abogados durante el fin de semana, para definir su plan para quedarse con el negocio del futbol, a cambio de un gasto de 600 millones anuales que asumirá el Estado

Texto ("No me importa que se repitan las cosas, tiene que ser lo suficientemente largo y tendencioso para que se note que perdemos plata... algo que les haga descuidar el país, las provincias, todo! sed de poder, sed de poder")

Durante el fin de semana, el Gobierno Nacional terminó de ultimar detalles para el decreto que en las próximas horas podría firmar la presidenta, Cristina Kirchner, donde se incluirán detalles del ingreso del Gobierno en el futbol argentino. Ayer, el ex presidente Kirchner suspendió su programado viaje a Santa Cruz por la crisis política que atraviesa su provincia, para concentrarse en la estrategia de control del negocio del futbol.

Una vez más, el poderosos secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini, fue el responsable de realizar consultas con abogados y de trabajar con su equipo para darle forma a ese decreto.

La avanzada del Gobierno Nacional para quedarse con los derechos de la televisación del fútbol argentino, que se podría confirmar en las próximas horas, tuvo una vez más a un sequito muy cerrado trabajando sobre el tema en Olivos. Allí estuvieron Néstor Kirchner, Carlos Zannini y siguiendo algunos detalles la presidenta, Cristina Kirchner.

("Ya sé, Grondona adentro, Kirchnerista y mafioso como ellos")

Días atrás, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, conversó sobre los detalles del tema con el presidente de la AFA, Julio Grondona. Pero entre el ex presidente y el histórico dirigente del futbol ya tenían el acuerdo casi cerrado.

("Luz impagable, gas explosivo, pobreza, pobreza!!!")

Mientras avanza la embestida opositora por el tarifazo de luz y gas en el Congreso y se reavivó el debate sobre la pobreza en el país, los últimos días el Gobierno Nacional estuvo solo abocado al tema futbol. Kirchner fue el estratega y Zannini fue el responsable de desarrollar la estrategia legal.

En principio, esta tarde se podría confirmar que el Gobierno Nacional se hará cargo de los derechos del fútbol por 600 millones de pesos anuales por un plazo de 10 años. En el Gobierno reina máximo hermetismo a la hora de confirmar la decisión.

(Y que no sea gratis, que el fútbol nunca sea gratis!!!")

Una vez que se confirmen los detalles de la operación, Zannini dejará lugar al secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli a que haga su trabajo. Es decir: la convocatoria a Casa Rosada para anunciar con bombos y platillos que habrá "futbol gratis" a cambio de un gasto público de 600 millones de pesos por año.

5.8.09

María Emilia Cornejo (Lima, 1949 - 1972)

Como tú lo estableciste

Sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.

ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
Inacabado y ajeno
invade de escrúpulo mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.

16.7.09

Y este puto quién es

Prólogo de Autogol, escrito por Funes y leído ayer en la presentación de la antología

¿Por qué hacer otra antología de cuentos? ¿Por qué convocar escritores que no se parecen en nada? ¿Por qué hacer los libros a mano? ¿Por qué tan poca tirada?
En realidad... ¿por qué no? Es curioso descubrir que hay muchas antologías y que el 70 por ciento (dato incomprobable) de las mismas son de poesía. Hace algunos años se volvieron a publicar antologías de cuentos seriamente y también me preguntaba por qué lo hacían.
Ya lo dijo Michael Hutchence cuando le preguntaron por qué siempre se ponía de novio con súper modelos; porque puedo.
Hacemos esta tirada y estos libros porque podemos. Pero también porque nos gusta querer hacerlo. Porque me parece que ser jóvenes o referentes en un ambiente literario no tiene nada que ver con sacar libros.
Los libros que podemos sacar en la segunda editorial más chica de latinoamérica están hechos uno por uno, a mano por estas mismas que tipean la introducción que usted lee. También están hechos como una manera de resistir a la industrialización del pensamiento, a la banalización de la repetidora.
No es contra la máquina, para nada. Es, más bien, contra el uso indiscriminado que los cráneos hacen de la máquina.
Estos libros se hacen como expresión de descontento hacia el Hombre y sus políticas que, consciente o inconscientemente, avalamos día a día. Contra el mezquino ser que sólo considera dos o tres autores por sobre la enorme cantidad de escritores publicables.
Más allá de mis cavilaciones afiebradas, este libro, además, es una muestra de amistad. Gente que admiro, envidio, quiero, estimulo, agradezco. Representa las enormes ganas de sobrevivir en la posteridad con algo hecho con mis propias manos para promover sus textos.
Su literatura, en éste objeto, sobrevivirá alrededor de unos 30 años (si no me fallan los cálculos) intacta. Por lo tanto, me carga de una enorme responsabilidad presentarles a estos queridos amigos.
Para los críticos que puedan leer este compendio, este trabajo, quedará el análisis y tal vez la explicación del por qué estos autores juntos o el orden de aparición. Entiendo que la interpretación de algunos del trabajo de otros es importante. No soy ni podré ser jamás crítico literario aunque no se debe a mí exclusivamente esto último. No hace mucho tiempo, las camadas de críticos literarios que ha ido expulsando la Universidad fueron mejorando en cantidad y calidad. Según entendidos, costó pero va queriendo.
Para los fanáticos vaya la confesión de mi parte: el libro lo pedí en un abril, me fue entregado por casi todos los autores en octubre (cuando la fecha final era agosto) y terminó de imprimirse un año y seis meses después.
Trabajar con tiempo, a veces, no es una opción. Para los que duden, los que crean que planeamos la conquista del ambiente literario a paso de tortuga, los dejamos tranquilos; no es nada de eso. Para aquellos que crean que vamos a ser millonarios, también los dejamos tranquilos. La literatura es un medio para convertirse en millonario con las exactas probabilidades que ofrece el juego de la lotería nacional. Y lo mismo aquellos jugadores compulsivos que no pueden abandonar su vicio por más terapias grupales e individuales que han probado; estos muñecos que hoy les presento no pueden evitar ser escritores.
Varios han probado, doy fe.
Estos, los muñecos otrora llamados escritores, tienen en común que les gusta sonreír, tomar algo en asados (y comer), que juegan al fútbol o al báske (o sea, los deportes) y, por sobre todas las cosas, disfrutan de escribir.
Cuando lea cada uno de los textos piense exclusivamente en eso. Piense en el autor sentado en el escritorio, en la computadora, en un bar, en una pieza o en un living. Piense lo mucho que puede llegar a disfrutar una persona de hacer lo que le gusta. Analice los cuentos desde ese lugar. No busque patas de gatos ni pelos de huevos; no, no. Sea implacable. Impiadoso. Pero no le pifie.
Después me cuenta.

10.7.09

15 de julio, presentación de Autogol

El próximo miércoles 15 de julio se presenta en Buenos Aires la antología de cuentos Autogol, editada por la Funesiana (una de las editoriales más pequeñas y con mejor onda del país). Autogol es una antología más, de esas que siguen saliendo en distintos puntos donde también se editan muchos libros, salvo por algunas cuestiones: como todos los libros de la Funesiana, será impreso, armado y cosido artesanalmente, y se editarán creo que 50 ejemplares, como pasa, insisto, con todos los libros de la Funesiana. Otra cosita interesante es que los autores tendremos que comprar la cantidad de libros que cada uno quiera, aunque fuese uno solo. Y sobre todo, la cuestión más pintoresca de esta antología: fue realizada con una buena onda sobrenatural, y con un total desinterés por todo lo que pasa y pasó y seguirá pasando alrededor de las antologías de nuevos narradores argentinos (que Dios y la patria nos lo demanden). Hace unos días estuve en Buenos Aires, y le pegué un llamado al editor, creador, cosedor, impresor y realizador de todo lo que tenga que ver con la editorial: Lucas Funes Oliveira. Y él me dijo: venite a la editorial. Fui hasta Parque Patricios con él, conocí la pieza que alquila, donde tiene su prensa, su guillotina y su impresora, y armamos juntos la matriz del libro. Tomamos mates, charlamos, comimos facturas. Es decir, participé junto a él de la elaboración de una antología más de cuentos, una más, otra más de esas que nos seguiremos cansando de hablar y discutir y criticar.
Entre los autores que participan, hay muchos de esos que están en ooooootras antologías de esas que andan dando vueltas por ahí: están Ricardo Romero, Federico Levín, Ignacio Molina, Sonia Budassi, Julia Sarachu, Javier Quintá, y me estoy olvidando de gente: Juan Pablo Souto, Loyds, creo, y estoy yo, también. Todos esos, todos nosotros, que también compartimos algo interesante: no le pedimos nada al editor, y el editor no nos pidió nada. Qué pintoresco resulta todo, a veces, cuando se disfruta.
Los que anden por Buenos Aires, y se quieran prender para la presentación, buenísimo, le darán una manito a Funes y se tomarán un birrín más, una más, entre tantas otras. Así parece que es la vida, cuestiones pequeñas pero sólidas que se pueden disfrutar, una más entre tantas otras.
Va la data aquí abajo:

6.7.09

La Vaca y Leonardo, cabeza a cabeza


Faltan dos semanas para que cierre la encuesta sobre quién es el mejor de la historia, y la Vaca Daniel Potenza va palo y palo con Leonardo Da Vinci. Estas cosas mueven mi mundo, por suerte.

2.7.09

Quién se atreverá a soñar

Mi equipo forma con Ultracomb al arco;
Veritas, Roby, Jorgito y Protalia;
La Morenita, Yelmo y Arco Iris;
Jean Cartier; Alcoyana y Capri.
La enumeración es el curso de los días.
Tenemos alfajores, un marciano chupa tierra,
café relojes galletitas y sábanas,
calefacción segura en el lateral izquierdo.
Si alguien, hoy, preguntara quién mueve,
debería hacerlo Carámbula.
El arte de la clase media corta y cose la historia,
nos previene con viejas coincidencias.
Las marcas y las personas alguna vez fueron
dos ánimas distintas.

Aunque piensen: si en el mundo perdido del hogar
no había misterios: ¿cuál era el reverso de la trivia?
Protalia hoy merece haber sido el tres
de un cuadro de los viejos sueños,
un carrilero ochentoso y curtido
en los vestuarios del ascenso bonaerense.
Merlo, Defensa y Justicia, Los Andes,
una pequeña excursión al Racing cordobés
y la rotura definitiva en San Lorenzo, antes
de la mitad de una tabla cualquiera.

Mi madre atenta a la repetición del significante.
La liviandad y el éxito. Para qué ir más allá, si
en definitiva, Alcoyana-Alcoyana.

Protalia ha enviado un centro, ha cabeceado Gambier,
alguna tarde se ha roto los meñiscos en San Lorenzo.
Hoy revisa la contabilidad de su local en el primer cordón,
y si le duele la rodilla operada, es porque viene la lluvia.
Así transita Protalia por el fango de la vida,
derrapándonos.

26.6.09

Acerca de la suficiencia de pija

Quiero compartir aquí la suerte de respuesta que tuvo Javier Quintá, colega y amigo, para con la nota publicada ayer en el Suplemento Cultura de La Voz del Interior, firmada por Flavio Lo Presti. Y además agregar algunas cositas. La nota se titula "Juntitos es mejor" y hace referencia a la bola de antologías de "nuevos narradores" que comenzó en Buenos Aires hace algunos años, y que llegó a Córdoba hace meses, con Es lo que hay, a cargo de Lilia Lardone, y 10 Bajistas, a cargo de Alejo Carbonell.
Lo primero que quiero decir es que Quintá tiene razón en su planteo cuando dice que Lo Presti probablemente no haya leído los libros. Pero también puede estar equivocado. En ese caso, las palabras del crítico serían aún más desafortunadas, porque los casos que Quintá expone en su blog (ya que se busca la existencia literaria, vamos a darle algo de existencia a estos blogs de mierda tomándolos para lo poco que sirven: discutir) son elocuentes: Lo Presti se pasó por encima varios nombres más que interesantes de la fauna de boludos que hoy nos dedicamos a escribir en Córdoba. Y si lo hizo por no leer los libros, bueno, es una lástima. Y si lo hizo con las dos lecturas encima, bueno, debo decir que su intento de "nuevo canon cordobés" tiene tan poco valor como el lugar que pretende ocupar desde su voz crítica.

Copia Quintá este párrafo de Lo Presti:

"En una medida mayor que en las antologías "metropolitanas", se nota la distancia entre algunas escrituras definidas por proyectos personales "en estado avanzado" (más allá de gustos personales: Luciano Lamberti, Emanuel Rodríguez, Cuqui, Federico Falco) y escrituras vacilantes, que complican la lectura completa del volumen".

Para luego exponer los casos que, a su criterio (Quintá), el crítico se olvidó de mencionar, más allá de su gusto personal (que trataré en un ratito): gente que tiene un "proyecto personal" o, dicho de otro modo, mucho más adecuado para mí, gente que NO tiene una escritura vacilante, y que demuestra estar dedicándose a esto. Santiago Ramírez, Adrián Savino, Hernán Tejerina, David Voloj, Pablo Natale, Pablo Dema.

Bien. Lo que quiero decir es, quizás, una mezcla de lo que me han producido los libros y una mezcla de las sensaciones que estas críticas me generan.

En primer término, creo que Lo Presti tiene razón cuando critica el autobombo que muchos ejecutan alrededor del clima actual, principalmente los jóvenes escritores. Se puede ver, se puede oler y leer, que a muchos les interesa figurar. Estar ahí, construirse como autores cuando la obra propia todavía no los soporta. Pero esta misma razón ya relativiza hasta a los autores que él mismo coloca como "diferenciados", porque más allá de que nadie dudaría de la capacidad y del trabajo coherente y valioso que vienen llevando a cabo tipos como Falco y Lamberti, o la potencia brutal de lo que hace Cuqui, ninguno de ellos tiene una obra atrás que, hoy, les permita separarse marcadamente de tipos como Tejerina o Savino, o de escrituras como la de Pablo Dema o Sebastián Pons (quizás una de las prosas más trabajadas que leí entre nosotros: y hablo de trabajo, de búsqueda, no de gusto). Así, Lo Presti no hizo más que, otra vez, como he leído varias veces, camuflar su gusto entre los filamentos de su prosa y su consideración distante: podría ser más simple y, en vez de buscar la CONMOCIÓN en textos antologados y dispares como la gran puta (ahí estoy de acuerdo nuevamente), decir: a mí me gustan Luciano Lamberti, Emanuel Rodríguez, Federido Falco, Cuqui y, sobre todo, Sergio Gaiteri (que a su entender se mantuvo voluntariamente al margen de las antologías publicadas aquí, sin mencionar, por ejemplo, que el criterio de selección sostenido por Lardone para Es lo que hay dejó afuera a varios escritores por su edad).
Pero no.
Lo Presti publicó toda una columna sobre los escritores jóvenes de Córdoba para erigir una crítica que se sube arriba de la mesa a la hora de marcar los problemas de los libros, y se pone atrás de un biombo para decir, arbitrariamente, lo que a él gusta.
El problema, evidentemente, no es la crítica en sí. Me gusta que se digan las cosas como se piensan. Creo que el problema es desde dónde se para uno para decir eso: lo que piensa.

Respecto de las antologías, yo creo, sinceramente, que el título Es lo que hay es una cagada, y que lamentablemente opera al revés del impulso original. Creo que es un título que, más allá del prólogo posterior, y más allá de quién haya tomado realmente la decisión, les juega en contra a los autores. Y creo que le falta mucho para ser un libro: ya escribí una gansada aquí mismo diciendo algo de eso. Pero respecto de los cuentos que se incluyen allí, puedo decir que Lamberti, Montes de Oca, Natale, Falco, Dema, Rabbia, Ramírez, Rizzi, Quintá, Voloj, y Pons no demuestran muchas vacilaciones a la hora de escribir. Vacilaciones de esas que "dificultan la lectura". Y si hago la suma, se trata de 10 (diez) casos. El gusto, es otra cosa. Y sí, también creo que hay gente que no soprende, que vacila un poco o que hizo cuentos feos feos para esa ocasión, y que Lardone optó por publicar. Pero esa antología, dispar, grandota y tan difundida, se sostiene en la escritura de esos diez tipos, casos más casos menos, porque seguramente me olvido de alguien. Y eso no se puede obviar.
10 bajistas, por su parte, tiene menos autores, pero ¿cómo atribuirle vacilaciones a cuentos como los de Tejerina, Savino o Fonseca (para no repetir)? ¿Cómo olvidarse voluntariamente de esos nombres, más allá del gusto? Termino este mini-repaso con una convicción, leyendo lo que yo mismo escribo: tampoco creo que haya que hacer un análisis pormenorizado de los libros; pero sí creo que hay que tener los mismos huevos puestos para bardear como para decir lo que a uno le gusta. Sabiendo que, en ese último caso, los criterios de selección son tan arbitrarios como en el primero.

Me voy, entonces, con el siguiente dato, irrefutable: es la gente de La Voz del Interior, editores o responsables del suplemento, la que decide titular "Fábricas de promesas" a una nota sobre los tipos que escriben en las antologías. Promesas, en la literatura, ¿dónde?: ¿quién carajo es promesa en el fango de la literatura, tan duro y flojo como para que todos se hundan, y más con gente que está empezando? Para que luego ese mismo plantel del diario, en este caso Flavio Lo Presti, responda desde el mismo medio con un "Juntitos es mejor" (¿juntitos quiénes, en nuestra ciudad? ¿Los escritores? ¿Los editores? ¿quiénes pretenden juntar a la gente?), evidente demostración "crítica" de que, como un traje que huele a placard y pucho pero calza bien, y aunque suene un poco feíto (no se me ocurre otra forma más trillada de decirlo, y lo digo con total respeto y sin insultar a nadie en particular), no hay poronga que les venga bien. Y cuando digo que no hay pija suficiente, me refiero fundamentalmente a la incapacidad -parece que voluntaria- de ponerse en el mismo nivel de. A la incapacidad de demostrarse imperfecto desde la crítica, algo así como hacerse cargo de lo que gusta, pese a las contradicciones que surjan. Criticar En Celo, De puntín, In fraganti, Uno a Uno, Buenos Aires escala..., por libros capitalistas y salvajes (libros bastante chotos, coincido, por lo menos los que pude leer), y luego criticar La erótica del relato por frustada respuesta desde la academia (coincido en la pelotudez de Los heraldos, situación que conozco aunque no leí el libro), y luego marcar la inmadurez o desequlibrio de los libros cordobeses (claro que sí, pero no muy distinto de lo porteño), es exactamente-lo-mismo que rescatar sólo a tres o cuatro nombres de treinta posibles, aquí en Córdoba. Es decir: la misma impunidad, vacilante, que sirve para matar y para construir un canon pelotudo.