29.3.11

Sergio Bizzio: "Un buen libro es un milagro de autor"



(Comparto acá una nota-entrevista que preparé hace un tiempo sobre Sergio Bizzio y la publicación de su novela
Aiwa, en ese entonces la última editada. La nota fue pensada para La Voz del Interior pero quedó en gateras, por motivos que, supongo, habrán tenido que ver con la agenda. En su momento, cuando pasaban los días, dije: "guarda que prontó saldrá una nueva novela [hoy, El escritor comido] y la nota va a perimir". Así pensé: "eso va a perimir". Qué bella palabra. Al final perimió: perimió para el universo de un medio tan grande. Pero no creo que haya perimido para todos los universos. Sigo disfrutando de la escritura de Bizzio como el primer día, y disfruté al escribir este texto, así que por qué no publicarlo aquí y ahora.)








El comienzo puede ser leve, como la “gracia narrativa”. O calmo como el “encanto del oficio”. Pero no. Que Sergio Bizzio encuentre una frase y luego busque otra no quiere decir que las tramas de sus relatos avancen por el arbitrio del mundo, ni que cualquiera pueda narrar a su manera, mientras bebe un gin tonic y piensa en cómo nombrar el amor.
El comienzo, en la literatura de Bizzio, es algo mucho más concreto. La escritura y su procedimiento. Este narrador, poeta, director de cine, dramaturgo, guionista y ahora músico enfrenta a la
institución literaria con el silencio de esa práctica que es su única certeza, una militancia para sí: encontrar una frase, hacerla tinta –o luz– y luego encontrar otra.
El valor de su prosa radica en una ilusión multiforme fabricada para el lector. Se trate de un realismo
absoluto o de una historia bañada de elementos fantásticos, ante todo surge la compleja ilusión de que tal forma de narrar es natural, dada, al mismo tiempo que uno busca amordazarse con un lápiz a la espera de esa línea a subrayar: la frase inminente.
La escritura de Bizzio es fresca y molesta, entendiendo a esa molestia como un estímulo que no se puede eludir en carrera. Su obra ha sabido legitimarse gracias a –o por culpa de– esas ilusiones opacas, en la realidad vestidas con una combinación letal de ingredientes de producción: el talento obsesivo, que refulge en la memoria de quien lo lee, y el trabajo exacerbado, como un reflejo del
hacer.
Después de la publicación de
Chicos (2004), su único libro de cuentos, Bizzio alcanzó una difusión creciente que terminó de explotar con Rabia en 2005. Las repercusiones de esa novela fueron enormes y dispares, a caballo de una historia amorosa, desopilante y dramática en la que un albañil logra esconderse durante años en el desván de la mansión donde trabaja su “amada”.
Luego apareció una gema preciosa del realismo en tono autobiográfico (
Era el cielo, 2008) y otra novela más, Realidad (2009), que retomó el humor y la ironía tan presentes en textos anteriores (En esa época, donde un ejército de soldados encuentra un OVNI durante el cavado de la famosa zanja de Alsina; o Planet, historia de amor y celos entre dos galanes de la televisión extraterrestre; o Gravedad, obra teatral en la que una misión espacial argentina busca destruir la luna).
Tal disparidad hace que la discusión sobre sus textos –el gusto– suela asentarse sobre las decisiones que Bizzio toma a medida que
avanza en sus relatos. El comienzo de su novela Era el cielo (una violación en la primera línea) da ejemplo de eso, como la temperatura de ciertas escenas en Rabia: suele decirse que sus historias pierden efecto porque el autor no toma las decisiones correctas.
Pero ese es otro pilar de su escritura. Dejar de lado todo lo que signifique el arribo a un lugar seguro y funcional: combatir toda búsqueda de eficacia. Bizzio tiene en sus manos sobrados recursos narrativos para contar una historia, aunque no elija en función de un horizonte deducible. Su fuerza radica en la aceptación de la mezcla, en hacer de ella un motivo de existencia para su literatura.


El caso Aiwa

Aiwa, su anteúltima novela, reúne elementos de textos anteriores en una historia de amor que remite a una fusión de “minicomponentes”: Aiwa y Sony, dos adolescentes inquietos, se enamoran perdidamente en medio de una rara epidemia que afecta la anatomía de todos los hombres de una aldea. Aiwa y Sony renuevan así la compleja trama de relaciones que enmarcan las ficciones de Bizzio, haciendo gala del prestigio alcanzado por los equipos de audio que fabrican ambas empresas: la fidelidad.

–¿Sabías antes de empezar la novela que Aiwa es propiedad de Sony?

–No. En mi novela Sony es propiedad de Aiwa.

–Mauro Libertella argumenta en la contratapa de Aiwa que podés estar escribiendo una historia de amor, de libro a libro. ¿Es esta novela una exageración de esa idea de amor puro y simple que ronda a textos anteriores?

–Si no me equivoco, Libertella dice que yo “podría” estar escribiendo siempre “historias de amor”. Pero me gusta tu idea, aunque no tenga el training para ponerla en práctica: reescribir una única historia de amor, que ya no sería puro sino enfermizo, o patológicamente puro.


Una frase y luego otra

–¿Puede ser que el tono en la escritura de Rabia haya nacido en el último cuento de Chicos, y se haya completado con Era el cielo? Algo así como una operación Mamushka, armar componentes incluyendo materiales anteriores.

–No hay nada más difícil para mí que decir de dónde sale una idea, así que imaginate un tono. Entiendo lo que decís de la “operación Mamushka”, esa especie de autoembarazo múltiple que es el viaje hacia el interior de uno mismo. Cuando era chico tenía la aspiración de escribir libros muy distintos uno del otro. Pero ya me resigné: no tengo más remedio que ser el que soy.

Era el cielo parece trabajar sobre la idea de lo transitorio, excediendo a las historias de amor. ¿Buscás que esa transitoriedad sea inherente a tu obra, como un equilibrio siempre precario?

–Termino una frase y busco otra. Es lo único que busco. Después está ese ya lugar común de Picasso: “Yo no busco, encuentro”.

–Trabajás en la construcción de escenas absurdas y de situaciones paranormales. ¿Pensás esa tensión entre lo delirante y lo verosímil como un valor de tus textos?

–Tengo que darte una respuesta parecida a la anterior: “Yo no pienso, sé”. Hay siempre un saber al menos instintivo en la creación de tensión, si hablamos de un texto literario verdadero. Un mal escritor se apoya en la historia, en la peripecia, en la intriga, en el tema, con la única aspiración de “lograr” mercancía comunicacional. Un buen escritor, en cambio, hace mucho menos: sólo escribe.

–¿Y qué sucede con los insultos y palabras “ordinarias” de narradores y personajes? En varios textos parece una cuestión medular: casi una forma de ser de los narradores.

–Me gustan las mezclas. El lenguaje culto y el lenguaje popular, lo alto y lo bajo, etc. Eso se ve con toda claridad en una obra de teatro que escribí con Daniel Guebel, La China. Pero tengo que reconocer que últimamente estoy mucho más pudoroso.

–En Rabia, el protagonista mata a un capataz; en Realidad se desfigura un secuestro de fundamentalistas; en Aiwa se describe la desigualdad como sostén de la convivencia. ¿Cómo te llevás con la resonancia del contexto político en tus textos?

–Mal, pero lo veo siempre ahí, al acecho. Ése es el lugar de lo político en mis novelas, el acecho.


La experiencia

–Alguna vez dijiste que el final de Era el cielo nació de una experiencia personal. Cuentos como “Malcom” y “El tótem”, y novelas como En esa época o Aiwa ¿tienen también ingredientes personales que después detonaron hacia otros sentidos?

–Ese vuelo a España en compañía de un chico que aparentemente viaja solo y que resulta ser hijo del piloto sucedió en realidad. Hay muchos otros episodios y muchas otras escenas autobiográficas en la novela. Mi divorcio fue el puntapié inicial. El dolor que sentí cuando caí en la cuenta de que a partir de ese momento ya no iba a vivir día a día con mi hijo fue tan grande que ponerme a escribir, contando las cosas de la manera más fiel posible, fue la única manera de tolerarlo. Los cuentos “Malcom” y “El tótem” son anteriores a Era el cielo, y mucho más felices. Había escrito Planet años atrás. Tu pregunta parece adrede. Mi mujer estaba embarazada mientras yo escribía Planet, y recuerdo con toda claridad el apuro que tenía por encontrar el final antes de que naciera mi hijo, porque sabía que después no iba a tener ganas de escribir nada por un tiempo. Y así fue. Mi hijo tenía cuatro años cuando escribí la siguiente novela, En esa época. Ya se perfilaba el desastre del 2001. ¡Hay más que ingredientes, entonces! Hechos reales, crack económico, embarazo y ansiedad.

–¿Qué te da hacer películas o guiones que no te da la escritura de cuentos o novelas?

–Plata.

–¿Y qué te puede molestar de un libro como para abandonar su lectura?

–Un millón de cosas. La falta de gracia, la sordera, la pretenciosidad, lo solemne, la línea recta, el mensaje. Es una lista infinita. Un buen libro es un milagro de autor.


*****

Un sonido y luego otro

Bizzio integra desde 2008 el grupo de música experimental Súper Siempre, que comparte con colegas y artistas de renombre: Francisco Garamona, poeta y responsable de la editorial Mansalva, Alan Courtis, músico, y el pintor Alfredo Prior. Quizás el rasgo más fuerte de la banda sea la ausencia de razones: ninguno integrante intenta explicar la acción del grupo más que por la experiencia misma de reunirse y tocar.

–¿Hacés música con Súper Siempre porque te permite conectar con otros artistas al margen del lenguaje verbal? ¿O porque te permite dejar de tocar, tomar un trago y después volver a lo tuyo, a diferencia del proceso escriturario?

–La experiencia de Súper Siempre es sencillamente extraordinaria. No sé qué le pasa a la gente con lo que hacemos, y no nos importa demasiado. Nosotros somos absolutamente felices. Saber y no saber tienen el mismo valor. Es un territorio de pura musicalidad, donde los errores no son ni bien ni mal recibidos, simplemente cuentan, y el espacio se disuelve. Mirá esta frase de un texto de Alfredo Prior, nuestro pintor cantante: “Mil trescientos tres, o mil trescientos uno más dos petonienses, sufrieron castigo y sarmiento en las nalgas y en las sienes”. Ésa es la literatura de la que te hablaba un momento atrás. Es mucho más que tomar un trago y hablar con alguien.


*****

El comienzo de Aiwa

"Quién fue el primer hombre en darse cuenta de que en la aldea había otro hombre con tetas, aparte de él mismo, es algo muy difícil de decir, pero es sabido que Houseman fue el primero en hablar del asunto. Esa tarde, como todas las tardes (como todas las mañanas, como todas las noches), hacía frío; siempre hacía frío, incluso en verano. Pero el frío de esa tarde era tan intenso que hasta se había instalado como tema. Ronco Matta era el único que hablaba de otra cosa. Parado en la calle, hablaba de todo y de nada –desde hacía ya una hora, a pesar del frío– con una chica que gustaba de él, y él de ella, cuando de pronto empezó a caer una lluvia finísima, invisible (invisible de no ser por el viento, que le imprimía la misma ondulación que al humo de las chimeneas), y se animó por fin a invitarla a toma algo en el bar de Houseman.
"Aiwa, así se llamaba la chica, estaba nerviosa. Tenía 18 años y nunca nadie la había invitado a tomar nada. (Y además se la veía venir: sería madre de muchos hijos y pasaría el resto de su vida allí). ¿Era el destino, que al fin se presentaba? Aceptó y fue callada, con la vista fija en el camino, cuidándose de resbalar. También Matta iba callado, pero mirando adelante, a lo lejos, como si buscara en la montaña qué decir; había hablado hasta por los codos, y justo ahora que le daba al encuentro con Aiwa la forma de una cita no se le ocurría nada. Ya en el bar, se quitaron las camperas y los guantes y él pidió ginebra. Aiwa hizo un comentario sobre unos carreteles de soga de nylon rosa exhibidos en la estantería detrás del mostrador, entre botellas de alcohol y bolsas de arroz; el comentario no tenía ninguna importancia, pero a Matta le sirvió para relajarse: las mujeres de la aldea hacían siempre alguna referencia al universo de las herramientas cuando uno hombre les interesaba. Empujó la silla hacia adelante y se acodó a la mesa. Casi en el acto la empujó hacia atrás, se levantó y le preguntó a Houseman si podía usar el baño.
"

23.3.11

Corregido

Ahora sí se tensó la piola que une el blog con Twitter. Creo que está solucionado. Gracias al Japonés Hamada.

22.3.11

Los cielos

Cuando viajé en febrero al sur sur, mi amigo José Luis me prestó su Nikon D40. Así pude volver a sacar fotos como un chancho enloquecido, como cuando chico: como cuando comprar y revelar película no afectaba la raíz del presupuesto. Digo chancho enloquecido porque, como ustedes bien saben, fue distinguido por la Unesco en 2010 como el animal morfológica, moral y espiritualmente más parecido al Tercer Mundo.

los dos puertos de Ushuaia


puerto deportivo


puerto puerto


cayetano y otros 98 presos en el mismo osario


cementerio del centro de Ushuaia


centro


almacén de ramos generales


calabozos conservados de la cárcel del fin del mundo


el piso de la cárcel habla


isla de los lobos, canal de Beagle


pingüinera y metida


terminal de Calafate


Chaltén


Chaltén señalado


la máquina industrial


Kriptón

21.3.11

Cuchi Corral

–Porque no puedo –le dice–. No se puede hacer cualquier cosa en cualquier momento.
–Pero si es lo que querés. Dijiste que lo íbamos a hacer juntos.
–Juntos pero no así. No quiero que te muevas de acá.
El chico tiene ya la mano estrujada por esa otra mano huesuda que hace fuerza para que no se acerque al barranco. El viejo lo sostiene mientras él intenta patear unas piedras por la rampa de madera preparada para los parapentistas. El mirador está a merced del último sol y la luz los encandila: es el final de la tarde, en el momento en que todo allí despide un reflejo. El río, cientos de metros por debajo de la cornisa, hace rebotar el sol a lo largo de su dibujo; las plantas reverdecen, las sierras se opacan hacia el horizonte por el contraste (las sierras son las persianas invertidas). Están parados en el comienzo de la rampa, el único sendero dispuesto para ensayar un salto controlado.
–¿Acá venías a volar en parapente?
–Aladelta. El parapente apareció después, cuando ya no nos tirábamos –dice el viejo, que junta en los ojos el ancho del paisaje. Estuvo allí muchísimas tardes, pero nunca acompañado por su nieto.
–¿Y venías seguido?
–Sí. Gané el primer campeonato argentino, en el ‘79.
–Dejame que quiero ir con los otros –dice el chico, y el viejo le suelta la mano para dedicarse sólo al horizonte. Franjas superpuestas de naranja, rojo y fucsia: el color de las brasas, tal como le gustaba a ella.
El silencio dura un instante.
–Ahora –vuelve la voz fina sin avisar, en medio de un envión. Corriendo desde atrás, el chico lo empuja con toda su fuerza, desde la parte baja de la espalda hacia el declive pronunciado de la rampa.
El viejo pierde unos pasos por la sorpresa, pero recobra la rigidez y se resiste a tiempo.
–Esperá –alcanza a decir cuando el chico cambia de lado y se le cuelga de un brazo. Quedan apenas a unos metros del vacío, tirando: el viejo arruga la boca por el esfuerzo pero el chico lo mira a los ojos.
Se reconocen: su nieto tironea mirándolo.
–No te asomes –dice finalmente el viejo, y afloja el cuerpo de un momento a otro, se desentiende de los pies. Trastabilla por los huecos entre los listones y al caer golpea contra la rampa, con las rodillas, y luego estira los brazos a la nada, como tanteando el vértigo: llega a soltar una sonrisa antes de resbalar en la punta y desaparece. El chico se arrodilla y gatea rápido hasta el último de los listones. Asoma la cabeza y alcanza a ver cómo el cuerpo desarticulado rompe primero unos arbustos, pega luego el torso contra una piedra y por último despide un estruendo seco, suficiente. El resto es parte de una tragedia verdadera.

17.3.11

La fusión del núcleo

¿Será el amor finalmente
el sueño crónico
el perdón adulto
lo vano del poema?
¿Tan opuesto al deseo,
como para que sólo funcione
lo que no se toca?


Twitter

Hice una cuenta de Twitter que se llama @ponteunaoveja, como primer paso. Después, el Japonés me recomendó que hiciera una maniobra para que cada post que sale acá, aparezca en Twitter, siempre y cuando se conozca de la existencia de la cuenta. Así que hice la maniobra, y cumplo con informar que ahora estamos en Twitter: nuestra pequeña aldea ahora está allí, con un arroba en el comienzo de su nombre, para quien quiera perder algo todos los días. Ahora, recién ahora, también, entiendo el sentido hondo de lo que nuestro guía de los noventa quería transmitir (y sí, él decía que era un "estadista"): si tienen Twitter, síganme, haré lo posible para cagarles la vida con cualquier cosa que tenga a mi alcance.

16.3.11

¡Qué bárbaro!

Me venía cogiendo bichos de lo lindo,
lo confieso (¿o no soy un escritor?).
La vaca, la gallina, la oveja, la casera
(el marido, mire usted, nos espiaba,
desnudo y temblando con la capa
de la esposa en la espalda transpirada).
Estas cosas, bien o mal, tienen su tamaño…
Pero anoche, haciéndome el boludo,
llego al colmo, al alambrado…
No había luna (con tanto cielo,
qué raro). Mordía un pasto y me rascaba
amparado el ojete en la oscuridad…
La perdiz estaba en su hueco.
Yo mismo, hacía un rato, en el mío,
le daba al marote y ella aparecía
con las alitas quietas y la mirada
perdida, como envasada.
Me le senté al lado y (por supuesto)
se hizo un silencio, dos,
hasta que, sabiéndose perdida,
-acaso yo vibraba y ella me leyó-,
se puso de rodillas. Le vi la espaldita y
“Bueno, permiso”, pensé
haciendo a un lado la bragueta.
Tuve en seguida un momento de razón…
Mi poronga, su sombra, la cubría y le sacaba
una larga cabeza de ventaja.
Me importó, sí, pero bueno:
se la puse igual. ¿Vio cuando usté apoya
la mano húmeda en un poste y después la saca,
el ruido que hace lo sutil que es?
Ponérsela fue igual que resumir:
un solo pijazo le bastó.
(A mí no, sinceramente
hubiera querido un poco más…)
¡Qué loco es verse en la punta
del choto un pico abierto de perdíz!
(y los huevos cagados emplumados
mientras late distinto el corazón).
Prendí después una tuca
(“ñaruso” le digo yo, en clave)
y enseguida me dormí y me desperté.
¡Para qué! Todo el campo estaba ahí.
Una fila con los bichos ya culeados
y otra más, adelante, con la gente.
Me saqué del choto la perdíz con un revés,
me paré de un salto, los miré ofendido,
como violado, y ahí nomás, por tierra,
empecé a volver. ¿Qué sentía? No sé.
Calor. En eso pasó Dominguez en primera
fumando un Jockey Club. “¡Chau, qué hacés!”,
me saludó. Yo levanté la mano
pensando en otra cosa (“qué lástima, se va a saber”)
y dejé que me tapara el polvo del tractor.


(Bizzio. Otro poema erotogauchesco de su poemario El abanico matamoscas, Belleza y Felicidad)

Llegamos a Inglaterra

Comparto la participación en Secret Swan, un blog inglés dedicado a artistas, e interesado por la parte creativa de las cosas (por qué hacen lo que hacen, cómo lo hacen, etcétera). Invitaron a todo este equipo, me trataron particularmente como artista y allá estamos ahora (volando y vistiendo la casaca del Capataz de la Patagonia). Es un cuestionario de 19 preguntas. Después de la imagen les dejo la última.


19. Cristina (Kirchner) is re-elected President of Argentina, incredibly, she has lost her ability to give public speeches and must give her post-election winning speech. In a desperate move she decides to hire Diego Vigna to do the job as her speech writer. What style and subjects would Vigna/Cristina explore in tha hypothetical speech?
(Cristina es reelecta, pero increíblemente, ha perdido su capacidad de oratoria y debe dar su discurso post-triunfo electoral. En una movida desesperada, decide contratar a Diego Vigna como speech writer para que le escriba ese texto. Que estilo y que temas abordaria Vigna/Cristina en ese hipotético discurso?)

14.3.11

Vas a ver que todo va a estar bien

Buenas, Gambarotta



Viera usted lo que vi,
la otra noche por aquí…
(no, no voy a cambiar el tono, la verdad que no quiero
rimar así porque sí, darle la impresión de que uso
música para mentir): Luz mala ¡de no creer!
estaba garchándose un marciano.
A ella, que es varón, la conocemos todos;
el otro era bastante cabezón, verde y con antenas,
parecía recién llegado de ahí nomás, del televisor.
¿Sabe cómo estaban? El marciano prendido a un poste
con los dedos, boca abajo, de panza y en el aire
porque las piernas abiertas le flotaban;
Luz mala le daba y le daba casi sin moverse,
con mucho estilo, la gorra bien calada,
entrecerrando el ojo izquierdo por el humo
del cigarro en la comisura (puesto ahí).
Bueno, vi el asunto y me tiré en un yuyo.
“No te acabes todavía –le decía el extranjero-,
pero avisame cuando llegue. ¿Ustedes dicen así
acá, acabar?” –le preguntó. El culo
se le inflaba y desinflaba como un globo
a cada empujón. “Hablame,
decime de vez en cuando alguna grosería.
¿Sos casado? ¿Se llevan bien?”, insistió
el marciano. Luz mala seguía callado,
serruchaba al extraterrestre con tanta maestría
que daba la impresión de que no la sacaba,
de que siempre la ponía. “¿Cuánto gana por mes
un poeta acá en el mundo? ¿Tienen obra
-despacio, muchacho, que soy de afuera- social?
Haceme un favorcito: sacala hasta la punta y
ay, era justo eso lo que te iba a pedir”.
El marciano hablaba tanto que me hizo calentar.
Arrastré una mano por la tierra y me pajié.
Después, cuando volví a mirar, el paisaje
se había descolorado, ya no era igual.
Me pareció menos lindo, de nuevo raro.
Me pareció que lo que hacían no le gustaba
a ninguno de los dos. Luz mala estaba
de pronto muy poco vital, como chupado
por el reflejo del marciano en el platillo
(estacionado por las dudas ahí nomás).
Entonces, apagada ya mi sed, comprendí
lo que vi -¡mi Dios!-: con el orto
el marciano se lo comía (¿cómo dicen
allá en la UBA?) literalmente, sí. Comía.
El culo le hizo chomp y –¡bestia!- se lo tragó.
Luz mala se apagó como una luz.
Una gota de sangre, una chispa quizá,
flotó en el aire un minutito, no más. Después
el marciano se pasó una servilleta por el culo
y, mirando alrededor, subió rápido al plato
y se mandó a mudar. Yo, aturdido por la experiencia,
con la mano llena de leche y tierra pegoteada
me tapé la boca para callar el corazón.


(Sergio Bizzio, en El abanico matamoscas, editado por Belleza y Felicidad)

Y sí

John Lennon fue hincha de Racing

En un video que alguien dice haber visto, el hombre que lideró los Beatles expresa su fanatismo por la Academia. Parece mentira, pero parece que no. La increíble historia.


Parece mentira, pero parece que no. Porque parece que hubo un video que parece alguien vio una vez, aunque parece que ahora nadie lo tiene. Ahí, parece, está la prueba: parece que John Lennon fue hincha de Racing y parece que lo contó en una entrevista.

—¿Te interesa el fútbol? –le preguntaron.

—No, la verdad que no –contestó John.

—…

—Espera, ¿cómo se llama el equipo que juega contra el Celtic? ¿Racing? Ey, ¡me gusta Racing! ¡Viva Racing! ¡Soy de Racing!

Así como a usted le parece que lee: lo que le parece, es así.Y está Bobby Flores, especialista en rock, para transformar apariencias en afirmaciones: “¡Es verdad! Yo vi el video. Me lo mostraron en Londres, hace veinte años. Fue una nota corta, no pasó en una conferencia de prensa, por eso no se debe haber difundido esa imagen. Estaban John, George, Ringo y Paul. Y Lennon habló de eso, en la época de la final del mundo. (Juan Alberto) Badía me dijo que también sabía la historia. ¡Es cierto!”.

Lennon, sí, el Beatle, el hombre que militó por la paz, el marido de Yoko Ono, el tipo que fue cruelmente asesinado por un fanático. Ese, hincha de Racing. De Racing, el de Avellaneda, eh.

El equipo de John. Hay que viajar hasta 1967, cuando el Celtic de Escocia y Racing disputaron la final de la Copa Intercontinental. Los dos querían llevar un título mundial por primera vez para sus países. Lennon se inclinó por el de camiseta celeste y blanca por un solo motivo (parece): la rivalidad, el odio, entre ingleses y escoceses. Y trajo suerte. En Montevideo, el gol de Juan Carlos Cárdenas le dio la victoria al equipo de Juan José Pizzuti. El Chango alimenta la historia: “En Inglaterra, se me acercó un rockero a decirme que Lennon había hecho fuerza por nosotros. Me contaron que, el mío, fue uno de los goles que más festejó. Me hizo muy feliz saberlo, fue un honor”.

El Beatle futbolero. Martín Aragón, conductor de Mundo Beatle, por FM Milenium, cuenta que no hay documentos que certifiquen la simpatía de Lennon por la Acadé, aunque no es la primera vez que escucha la historia. “Yo se lo pregunté a Julia, hermana de John, y me lo negó. Lo que sí me contó es que él era fanático del cricket, pero no lo decía porque es un deporte de elite y sentía que no quedaba bien que a él le gustara eso”. Hay historias de Lennon vinculadas al fútbol. En su país, su equipo era el Liverpool. Para la tapa del disco Sgt. Pepper’s… fue el único que eligió a un futbolista: Albert Stubbins, que jugó en los Reds. En Walls and bridges, por ejemplo, aparece un dibujo de cuando él tenía 11 años, de nenes jugando al fútbol: se ven dos camisetas rayadas (la del Newcastle) y una roja (¿del Liverpool o del Arsenal?). Y además, en el Album Rojo y el Azul (dos compilados) la elección de los colores no fue arbitraria: John optó por el primero, por el Liverpool, y Paul por el segundo, por el Everton, el otro equipo de la ciudad.

¿Racing? Bueno, parece que hay referencias a Independiente en la canción Imagine: “Ningún infierno debajo de nosotros, arriba de nosotros, solamente cielo”. Y que habla de la hinchada en el inicio de la segunda estrofa de Don’t let me down: “Nadie me amó como ella me ama”.

Los otros hinchas. No fue sólo Lennon el que alentó a Racing en aquel partido. El actor Sean Connery también lo hizo. “El compartió vuelo con nosotros en el primer partido. Y fue a la cancha. Pasó por el vestuario para desearnos suerte. Quería que ganáramos porque era hincha del Rangers, rival del Celtic. En esa época él era el Agente 007, entonces bromeábamos con eso. Ese día fue hincha de Racing”, detalla Cárdenas.

Pelé declaró una vez que en Argentina su equipo era Racing porque le gustaba la hinchada, la gente. Y el Chango cuenta que el origen del fanatismo del brasileño fue en la década del ’60: “Jugamos amistosos contra el Santos y vino a comer asados con nosotros. Decía que le gustaban los colores de la camiseta. Una vez, en medio de un partido, (Federico) Sacchi le tiró: ‘Negro, portate bien que vos sos de Racing, eh. Y Pelé se rió’”. Y Juan Domingo Perón también integra la lista, aunque Antonio Cafiero afirme lo contrario.

El folclore racinguista está rodeado de mitos, de historias tan insólitas que podrían ser parte de algún guión de Pedro Saborido. Pero que no, acá están: un club y una hinchada se apoderan de ellas. Y lo hacen sin ningún prurito, eh. Lo hacen (se lo creen, lo viven en carne propia, se enorgullecen), cuando en realidad muchos –¿el resto del fútbol argentino, quizás?– piensan todo lo contrario: creen que es ridículo. Porque parece mentira, pero parece que no.

(Véanlo con sus propios ojos)

13.3.11

¿Idealizar es alejar?




Un fanático se hizo 82 tatuajes de Julia Roberts

Miljenko Parserisas es chileno, trabaja como vendedor de diarios y es aficionado al cine. Un hombre común, hasta que muestra su cuerpo. Tiene 82 tatuajes con el rostro de Julia Roberts. “A Julia yo la amo, estoy enamorado”, le dijo al diario La Estrella de Valparaíso.

"Cuando me hice el primero, me sentí muy feliz. Me la miraba a cada rato, era como que estaba ahí conmigo y yo le hablaba y le decía cosas lindas", agregó en la entrevista.

Según lo trascendido, habría tardado más de diez años y habría invertido casi un millón de pesos para hacerse las imágenes.

Y esto recién empieza: dijo que va a hacerse más dibujos en el pecho, la espalda y los brazos. Ya está ahorrando para su próximo tatuaje.

Miljenko contó que la idea se le ocurrió después de ver a Roberts en la película Erin Brockovich. Además, dijo que sueña con viajar para conocer a la actriz en persona: “Estados Unidos es un país que me gusta mucho y allá está mi amada. Yo me iría a vivir allá, porque estaría más cerca de conocer a esta mujer”, agregó a La Estrella.


(de acá.)

12.3.11

Las réplicas

El día comenzó en un mensaje de texto
la empresa de celulares informaba
que ante los hechos ocurridos en Oriente
toda llamada al Japón será, durante un tiempo
tratada como una llamada local.

Ayer ocurrió un verdadero desastre.

En el comienzo del día puse las noticias
un canal asciende los desaparecidos a cien mil
otro explica la dinámica de una planta nuclear
mientras en esta zona sísmica
un tsunami se descarga desde el cielo
como si un océano entero y gris
pasara a través de un colador.
Los noticieros coinciden en un punto
muestran una proyección animada
del tsunami japonés invadiendo el mapa
círculos concéntricos que se expanden
y toman el Pacífico como una plaga en la pantalla
de Japón a USA
de Japón a Chile
de Asia al mundo.

La sábana que cubre mi colchón es celeste.
Como resultado de la noche
están los dibujos de sus pliegues y olas propias
sus accidentes.
Un cantautor español hablaría de
"dunas en la cama"
pero no hay tragedias con arena.
En este sábado posterior al desastre
son olas celestes
de un movimiento detenido
a lo largo y a lo ancho del sueño.
Quedan los restos de un Japón nocturno
quisiera rastrear a las víctimas desaparecidas
quisiera enviar mensajes de corta distancia.
La forma y el relieve de este mar
anuncian que no hay sobrevivientes.

11.3.11

Último momento vía Twitter

Decisiones colaterales a partir del cataclismo que se vino desde Japón

-Parece que el Bahiano y Juanchi Baleirón recapacitaron y vuelven a formar los Pericos originales. Dicen que quieren “disfrutar el presente”.

-Parece que Michael Fox recapacitó y dijo ya no sentir vergüenza por sus “movimientos”. Declaró: “se me cagaron de risa durante veinticinco años y ahora hay millones de ponjas temblando como pelotudos. Ahora a culear, señores”.

-Parece que subirá el precio de los Ipads. Hablan de una política de Steve Jobs de “disfrutar el presente”.

-Parece que Kadafi recapacitó y decidió sacarse los anteojos.

-Parece que Evo Morales recapacitó y lanzó el alerta de tsunami en todo el territorio boliviano.

-Parece que Mubarak recapacitó y propuso volver al gobierno, para dejar el pasado atrás y poder “disfrutar del presente”.

-Parece que Macri planea incorporar “mayas” a su gabinete, para orientarse.

-Parece que Maradona y Coppola están, en este momento, tomando un café en un Delicity de Villa Urquiza. Dicen que recapacitaron por esa idea de la “disolución del presente”.

-Parece que Mirtha Legrand habló esta mañana. Dijo haber visto a Néstor nadando mariposa y barrenando en las costas de Sendai, gracias a un video difundido por “TN y la gente”.

-Parece que Charlie Sheen recapacitó, y ahora lo que queda de su familia y lo que queda de sus seguidores revivieron la preocupación de días atrás: dijo, más convencido que antes, algo sobre “disfrutar el presente”.

-Parece que la población fascista del centro y norte de Chile recapacitó y, finalmente, hará lo posible para desaparecer.

Si alguien se va enterando de algo más, por favor avise. Gracias.

Sepa por qué usted es machista, por María Elena Walsh

1. Porque le falta el principal de los sentidos: el del humor.
2. Porque se siente Dios, aunque no sea Ministro.
3. Porque cree todo lo que le dicen los medios (o miedos) de difusión de la Argentina actual, y ya tiene el cerebro más lavado que mate cebado por un polaco.
4. Porque su mamá es una santa, por lo tanto las demás mujeres son unas brujas.
5. Porque su mamá es una bruja, por lo tanto las demás mujeres también.
6. Porque no tiene mamá y no consigue quien lo mime.
7. Porque en realidad le gustan más los hombres, aunque no ejerza.
8. Porque quiere hacer mérito ante los centros de poder, exclusivamente masculinos: empresariado, Fuerzas Armadas, animadores de TV, deporte, sindicatos, clero, pompas fúnebres, etcétera.
9. Porque todo ese asunto de la gestación y el parto le da miedo y asquete, como la educación sexual al Ministro de Educación.
10. Porque usted tiene los mismos atributos de Woody Allen pero no le dan el mismo resultado.
11. Porque no soporta la idea de un rechazo sexual hacia usted o hacia otro, y cree que la bella siempre debe estar a disposición de la bestia.
12. Porque usted no vive en el presente (y para eso lo ayudan mucho) sino en la prehistoria mental, y se da manija con tangos del 40.
13. Porque usted es burro y en lugar de corregirlo con tiempo y esfuerzo lo disimula con agresividad.
14. Porque usted es culto pero culturiza fuera de la maceta, y leyó a Julián Marías y no a Simone de Beauvoir.
15. Porque en el fondo es antisemita, antinegro, antiobrero, antijoven, pero como eso ya no corre se desquita con la misoginia, que aquí y ahora viene con premio (pero no se descuide: por poco tiempo más).
16. Porque usted ama el orden por sobre todo, y cada cosa en su lugar las mujeres en la cocina (o en cueros en tapas de revistas), y Pinochet, Castro y García Meza en el poder.
17. Porque cree que la inepcia es cuestión de sexo, que es como creer en la cigueña o en elecciones inminentes.
18. Porque teme que las mujeres hagamos rancho aparte, y no piensa que son los hombres quienes lo inventaron y perpetúan. (Ver punto 8.)
19. Porque supone que la mujer quiere imitar al varón, y no sabe que antes muerta que imitar a semejante fabricante de desastres, desde la guerra atómica hasta el IVA.
20. Porque le gusta que al mundo lo manejen los colectiveros.
21. Porque tiene mucha paciencia para dejarse pisar la cabeza por cualquier matón y muy poca para comprender errores de mujeres, que al fin y al cabo son, históricamente, debutantes en la mayoría de las profesiones.
22. Porque teme que las mujeres "pierdan la femineidad", cosa imposible de perder, salvo que usted llame así a cosméticos y pilchas.
23. Porque usted teme que le roben algo y no sabe bien qué, a pesar de que a diario lo saqueen y basureen, y no precisamente las mujeres.
24. Porque es sincero, y vale más machista recuperable que "feminista" patrocinante como un papito que a las pretensiones femeninas dice que sí PERO...

Ahora ya sabe. Con estos 24 puntos usted ahorra años y fortunas en psicoanálisis. Usted puede ser hombre o mujer, el machismo tampoco es cuestión de genes: poca gente más machista que algunas mujeres, sólo que ellas lo son por instinto de conservación, por despiste, por imitar a los hombres, por comodidad o porque así las dejan hablar por TV. Usted también lo es por todas estas razones pero además porque se cree superiorcito: hace unos 10.000 años que le pasan el aviso y claro, usted sigue comprando un producto inexistente. Ahora puede seguir siendo machista, pero con apoyo logístico. No se trata tampoco de ejercer la represión desde estas páginas. Es posible que la perseverancia le acarree aplausos y sensación de deber cumplido, amén de las palmadas de la patota. Pero ojo que no hay premio mayor que saberse persona inteligente y civilizada. Si no opta por eso, estará contribuyendo a la contaminación mental, que es la que nos mata. Y no la humedad.
Estará inflando la maquinaria del prejuicio y la prepotencia y al fin se va a quedar solo como un ciempiés, de luto, convertido en drácula de utilería y en hazmerreír de las criaturas primaverales.

(Lo saqué de acá)

3.3.11

Yo no puedo dar sombra

Sepan
yo no puedo dar sombra
paredes enteras
esperan lo mío

Oigan
yo no consigo dar sombra
los rayos solares
me fuman, oh!

Al fin
yo no proyecto mi sombra, no!
al fin
yo no existo en la sombra

Sepan
yo no vengo con sombra
y ustedes son bellos
sin mi

En fin
yo no existo en la sombra.


(Luis Alberto en Fuego Gris, 1993, tema 2, el mismo año en que Bizzio editó la novela Más allá del bien y lentamente que compré por Mercado Libre y estoy por recibir. Buenos días, muchas gracias.)

2.3.11

La ley, la pena

¿Es lo desconocido lo temible?

Quién lleva la cuenta
y escucha lo más hondo
impasible

Qué sobrenombre nos arrastra hasta la puerta
la calle
los desiertos

Quién te mira día a día
conoce tu linaje
y cita las anécdotas

De quién aprendiste
la ley, la pena

Cuáles ritos se cumplen
en el aro del hábito y un hierro de promesas

a cuánto veneno llamás placer
a cuánto, amor

qué bastón te ocupa, qué vaso
qué silencio

quién
de toda tu memoria
atesora
la sombra, las erratas

¿Qué se volvió invisible
tu casa
la ciudad, el paisaje
tu saludo
tu broma
tu confianza

el cuerpo que limpiás

el dios que bautizaste?

Quién duerme a tu lado
abre tres ojos en medio de la noche
y llora adentro tuyo
tiembla
se prepara.



(Me tomé el atrevimiento de reproducir este poema. Schmidt es el autor y lo publicó acá.)