Nada dimensiona la rareza
pasillos que alternan con ríos
algas con piedras
mar con iglesias.
Las puertas dan al agua.
Cuando se busca tierra firme
surge un puente, y agua.
Cuando se buscan los extremos
surge el mar.
Garabateo esto en la cama,
boca abajo.
¿Estoy flotando? ¿Nado?
Por la noche, las aguas se calman
y reverdecen.
Todo se convierte en la piscina
de un arquitecto rebuscadísimo.
¿Se flota?
Por la noche, las ratas pasean
como mascotas de lo antepasado.
¿Sobre qué se apoya cada mole
del cristianismo?
Quizás esta ciudad
es la idea que mejor explica
lo que no hay.
1 comentario:
Nadie cree en las ciudades invisibles. Pero haberlas haylas.
Suerte, ud., en su lejano estar.
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