Como cuando uno está mezclando naipes
creyendo que ha dominado el movimiento
y algo inexplicable ejerce una fuerza súbita
que destruye la cadencia y hace caer
los cartones en lluvia, y obliga a reordenar,
primero, las manos, para luego recomenzar
la búsqueda del autocontrol con la impotencia
de lo torpe en el aire, la vergüenza de la verdad,
aparecés en el pasillo, y te miro.
Y vos te mirás en el suelo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario