I. Andróginos
Hombre o mujer, mujer u hombre. Las dos cosas. Neologismo de vuelo corto, presidenta de una nación macho, presidente de su esposa, prescindentes de
II. “Vayan todos a la plaza antes de que lleguen los gorilas”
Dijo el bizco. Hombre del sur del país, que conoce el frío, el viento, la tempestad, la soledad, y múltiples formas de almacenar. Un hombre que supo engendrar, como cuatro o cinco colegas de otras provincias antes vacías, un imperio donde en un comienzo no había nada más que tierra. Puedo nombrar algunos casos, se me vienen rápido a mente: Neuquén: Sapag;
III. Dos letras de un mismo tema
Ayer, la represión que hubo en Gualeguaychú desató cacerolazos espontáneos en distintos puntos del país. Pregunta: ¿reprimeron, realmente, esos hombrecitos de verde? Respuesta: ¿Y a vos qué te parece, la concha de tu madre, que estás sentado como un duque delante de esa computadora? Más vale que pegan. Sino para qué van. Otra pregunta: ¿fueron realmente distintos esos puntos del país? Veremoslón. Cacerolazos en Barrio Norte, Recoleta, Palermo, Caballito y Olivos, dentro de la ciudad de Buenos Aires. Cacerolazo espontáneo en el centro de la ciudad de Córdoba. Ah, entonces no eran distintos. Se sucedieron en un mismo punto del país. Pero lo que me importa, acá, más allá de las cacerolas, no es que me peguen, o salvarme de caer preso con De Angeli y escuchar durante seis horas su voz ronca; acá lo que me importa es lo que vende, los cánticos: me importa, como dije desde chico, las letras de las canciones, porque un buen tema sin letra queda ahí, flotando… es verdad que gusta, y pega, y transmite, pero luego queda ahí, flotando, se lo vive intensamente los primeros días, se lo estudia después, un poco, y se acaba, queda postrado, resonando para sí mismo. Algo así como las noticias. Como Macarrón, la plata de Santa Cruz, el tren bala, el subte en Córdoba o Rosario, Botnia, ese tipo de cosas, donde no hay mucha letra. Las canciones de ayer, sin embargo, fueron doblemente esclarecedoras: digo “doblemente” porque se escuchó una misma canción con dos letras, al mismo tiempo, sonando en canon, y bien. En la puerta de la quinta de Olivos se reunió la gente a protestar, y luego llegaron las fuerzas de choque del gobierno. Hombres de D’Elía y luego unos equipos de lacrosse mandados por Guillermo Moreno. Entre los jugadores de lacrosse que mandó Moreno se encontraba Jorge “Acero” Cali, ex campeón mundial de Kick Boxing. La última vez que lo vi pelear, un brasileño le metió un pesto que lo dejó como un testículo de ciclista dopado después de una carrera. Rojo, hinchado, quedó Cali. Ayer fue a Olivos a desalojar la “puerta de casa”.
Chocaron entonces la patota y la “gente común”, que fue a cacerolear, a pedir diálogo, charlas, discusiones. Con esto vuelvo en un rato. La cuestión es que cantaron, se pelearon, al principio, con canciones. La gente cantó “Argentina, Argentina”, y los hombres de cuero respondieron con otra letra: “Cristina, Cristina”. Una canción con nombre de mujer. Después los de cuero comenzaron a cantar la marcha peronista. La “gente común” respondió entonando el himno nacional. Cantaron a la par, terminaron llamativamente juntos. Sonrieron todos, al final: se dieron cuenta que duran lo mismo.
IV. El diálogo
Qué copado que en un país como éste, ahora todos, absolutamente todos, peleen para que se “abra”, para que “brote”, para que “nazca” el diálogo. Todos por un sinceramiento. Cristina acomoda los microfonitos con los pulgares y los dedos índices. A Martín Lousteau lo escrachan en un restorán de París, y le piden que abandone el lugar por ser el responsable de arruinarlo todo. D’Elía insta a la gente a que se arme para combatir a la oligarquía. La mesa de enlace dijo que estaba bien ese asuntito de usar la plata de las retenciones para construir hospitales y escuelas, pero en realidad resolvieron que vamos, señores, la cosa pasa por otro lado ¿eh? Es la política agropecuaria lo que se discute, ¿o no? Es eso lo que hay que resolver, chango... y bien a lo gaucho, con diálogo. El diálogo con papá, justo hoy, en la punta de la mesa (está torcido y serio, le regalaron una afeitadora eléctrica). El diálogo con el policía que te averigua los antecedentes in-your-face. El diálogo con el que te corta la entrada. El diálogo con el artista, desde la butaca al escenario (es un tipo copado, no sabés como charla con la gente cuando está ahí arriba). El diálogo del empleador enfermo con el empleado sano. El diálogo del vendedor, pre y post venta. El diálogo entre el torturador y el torturado. El diálogo del sojero con la chica de la cabina de peaje: “Hola”. “Hola, buen día”. “¿Cómo te llamás?” “Karina”. “Hola Karina. ¿Y estás siempre acá, te toca siempre esta caja?”. “A veces, depende del día. Hoy es domingo y sí, pero de lunes a sábados me cambian de peaje, tengo que viajar hasta el otro”. “Bueno, ojalá de cruce de nuevo, Karina. Si es que no te molesta... ¿te molestaría si te vuelvo a ver?”. "¿Cómo?". "Digo, si nos vemos de nuevo, ¿te molestaría, Karina?". “No, todo bien señor. Buen día”.
4 comentarios:
apuesto al diálogo, diego, me gustó lo que escribiste. apunto lo de flan acido. te dejo un abrazo.-
Buenísimo, a mi también me gustó. La bola de miga de pan indigerible cuando queda atascada en el garguero sólo se baja con una piña en la nuez de Adán de Jorge "Acero" Cali. ¿Estará todo confabulado para que sea una cadena de favores?
Argentina, eso habría que preguntárselo a la gente de CQC, que tiene experiencia en cadenas de favores. Saludos,
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