Le compré un búmeran hermoso, rojo y negro con vivos blancos, a Lucas Tejerina, el excelente poeta cordobés al que ya considero un compañero de ruta, aunque aún no hayamos viajado juntos. El búmeran, según pude escuchar mientras él vendía y vendía en la feria de los fines de semana, era del estilo europeo: tenía tres patas perfectamente torneadas, a diferencia del búmeran trandicional, supongo que australiano, que tiene dos puntas. Entonces estuve, todos los días siguientes a la compra, buscando un momento y fundamentalmente un lugar para inaugurar el vuelo del búmeran. Y no encontré eso hasta el fin de semana siguiente, es decir, el finde pasado, cuando fui con unos amigos a ver la banda de otros amigos y luego a un cumpleaños en un country, quizás el más cheto y ostentoso de la ciudad.
El cumpleaños era a la noche y llegamos cuando quedaban minutos, segundos de luz. Bajé del auto, abrí el bolso, mis amigos me siguieron desde atrás; nos metimos en la cancha de golf del lugar, específicamente en el hoyo 10, y le dije a mi gran amigo Chelo:
-Parate bien en contra del viento, girá 60 grados hacia la derecha, tiralo un poquito inclinado, el dibujo hacia tu lado, que el brazo quede paralelo a la línea del suelo, primero se va a ir horizontalizando, y después, en la parte final de la rotación, el viento lo va a traer de vuelta: inaguralo.
Chelo lo tiró y casi vuelve.
Después lo tiré yo, muy mal: no sólo no volvió, sino que tuve que correr bastante para traerlo al lugar de lanzamiento.
Y después quedaba Santiago, mi otro amigo.
Lo tiró bien, pero fuerte: capaz que la posicion de lanzamiento no fue la correcta, el ángulo, los grados hacia la derecha, y el búmeran empezó a volver y se volvió a elevar y se fue contra los árboles y lo perdimos.
Para siempre.
Entonces, Lucas: quiero otro. El finde paso por ahí. Quiero otro. Ahora sí que sé lo que significa tirar un búmeran.
El cumpleaños era a la noche y llegamos cuando quedaban minutos, segundos de luz. Bajé del auto, abrí el bolso, mis amigos me siguieron desde atrás; nos metimos en la cancha de golf del lugar, específicamente en el hoyo 10, y le dije a mi gran amigo Chelo:
-Parate bien en contra del viento, girá 60 grados hacia la derecha, tiralo un poquito inclinado, el dibujo hacia tu lado, que el brazo quede paralelo a la línea del suelo, primero se va a ir horizontalizando, y después, en la parte final de la rotación, el viento lo va a traer de vuelta: inaguralo.
Chelo lo tiró y casi vuelve.
Después lo tiré yo, muy mal: no sólo no volvió, sino que tuve que correr bastante para traerlo al lugar de lanzamiento.
Y después quedaba Santiago, mi otro amigo.
Lo tiró bien, pero fuerte: capaz que la posicion de lanzamiento no fue la correcta, el ángulo, los grados hacia la derecha, y el búmeran empezó a volver y se volvió a elevar y se fue contra los árboles y lo perdimos.
Para siempre.
Entonces, Lucas: quiero otro. El finde paso por ahí. Quiero otro. Ahora sí que sé lo que significa tirar un búmeran.
4 comentarios:
que bueno che, en mi epoca de adolescente inventor busque d emil maneras hacerme un boomerang y nada, nunca di conla receta, pero si vende compro, lo voy a usar con algunos criticos que conozco al mejor estilo mad max y la escena del gurrumin asesino.
Perón.... digo, perdón Titi.
Eale Dieguito!!!!!!!!!!!!!! cómo asi que se quedó arriba de un árbol ??? y después de la fiesta no daba para ir a buscarlo?????, No, creo que definitivamente no. Bueno, pasa por la feria y si vendo como el dia que vos estabas te regalo dos boomerang. palabra
un abrazo
el lucas
No luquita, no daba para buscarlo después, aunque lo hicimos. De hecho, y teniendo en cuenta de que se trataba de las delicias, le pedimos al dueño de casa y cumpleañero el carrito eléctrico para llevar los palos de golf, y nos fuimos andando hasta la base del árbol para iluminar ahí con el carro y buscarlo. Pero nada.
No acepto regalos, voy y compro! abrazo
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