(...)
"Cara de Buey parece que esperaba una sentencia de muerte, pero los tribunales en Cuba a veces se demoran hasta para otorgarle la muerte a alguien. Como era uno de los presos respetables de allí, dirigía la cocina y también el baño; se ponía detrás de un murito a la hora en que los presos se iban a bañar y 'vacilaba' a todos los presos; algunos presos se quejaban y decían que Cara de Buey se hacía pajas detrás del muro mientras ellos se bañaban. Era cierto que lo hacía, yo pude verlo una vez; era viejo ya, pero tenía una pinga enorme. Su único placer era mirar a los hombres allí y masturbarse; eso le costó la vida, pues otro preso lo sorprendió masturbándose a su costa y lo mató en la cocina, clavándole un pincho en la espalda.
Conmigo Cara de Buey también fue una buena persona. Nunca habló de asesinatos o de crímenes de ningún tipo; me hablaba de su mujer, pero nadie venía a visitarlo. No era un nombre violento; su único momento de exaltación era en el baño cuando, mirando las nalgas de los otros hombres, se hacía la paja. Cara le salió la paja aquélla a Cara de Buey, pero es que el placer sexual casi siempre se paga muy caro; tarde o temprano, por cada minuto de placer que vivimos, sufrimos después años de pena; no es la venganza de Dios, es la del Diablo, enemigo de todo lo bello. Pero lo bello siempre ha sido peligroso. Martí decía que todo el que lleva luz se queda solo; yo diría que todo el que practica cierta belleza es, tarde o temprano, destruido. La gran Humanidad no tolera la belleza, quizá porque no puede vivir sin ella; el horror de la fealdad avanza cada día a pasos acelerados."
Reinaldo Arenas en Antes que anochezca, su autobiografía. Tusquets, 1992, pág. 218.
"Cara de Buey parece que esperaba una sentencia de muerte, pero los tribunales en Cuba a veces se demoran hasta para otorgarle la muerte a alguien. Como era uno de los presos respetables de allí, dirigía la cocina y también el baño; se ponía detrás de un murito a la hora en que los presos se iban a bañar y 'vacilaba' a todos los presos; algunos presos se quejaban y decían que Cara de Buey se hacía pajas detrás del muro mientras ellos se bañaban. Era cierto que lo hacía, yo pude verlo una vez; era viejo ya, pero tenía una pinga enorme. Su único placer era mirar a los hombres allí y masturbarse; eso le costó la vida, pues otro preso lo sorprendió masturbándose a su costa y lo mató en la cocina, clavándole un pincho en la espalda.
Conmigo Cara de Buey también fue una buena persona. Nunca habló de asesinatos o de crímenes de ningún tipo; me hablaba de su mujer, pero nadie venía a visitarlo. No era un nombre violento; su único momento de exaltación era en el baño cuando, mirando las nalgas de los otros hombres, se hacía la paja. Cara le salió la paja aquélla a Cara de Buey, pero es que el placer sexual casi siempre se paga muy caro; tarde o temprano, por cada minuto de placer que vivimos, sufrimos después años de pena; no es la venganza de Dios, es la del Diablo, enemigo de todo lo bello. Pero lo bello siempre ha sido peligroso. Martí decía que todo el que lleva luz se queda solo; yo diría que todo el que practica cierta belleza es, tarde o temprano, destruido. La gran Humanidad no tolera la belleza, quizá porque no puede vivir sin ella; el horror de la fealdad avanza cada día a pasos acelerados."
Reinaldo Arenas en Antes que anochezca, su autobiografía. Tusquets, 1992, pág. 218.
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