Pongo las manos en el calefactor
con 20 grados en el aire del ambiente.
No es el Mundial
en una pausa de tres trillones de latidos
ataca la neurosis del deseo
la forma inestable del movimiento
el desequilibrio del agua
una promesa en el consumo del corazón.
Pleno, tranquilo y gordo, no.
Recibo al mundo con las manos frías
por la neura de lo que pretendo hacerle.
Podría quitarle, a la imaginación
cada costura de la línea interna del jean que calza
la cicatriz maciza y áspera que le reúne
las piernas con la concha y su jugo.
Sería descoserle el desnudo, una sutileza.
Si deseo
la escalera al cielo es triste
la sed verdadera es el amor
la transpiración es la contracara
de un ideal de pureza.
Me juego la vida hasta que se queme la ropa
como un hipo disimulado
una tos prohibida por el dios en que creo
y no acepto.
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