Pablo Ramos
(Ojo, cuando digo “escribir bien”, digo: tratando de imitar a Dios, siendo Dios, buscando la gloria eterna, con intenciones de cambiar el mundo, tratando de que cada palabra perfore al lector, lo contamine, lo haga derretir de impresiones, lo alucine, que lo llene de miedo, de vergüenza, de amor, de odio, de deseos de hacer el amor con el vecino o la vecina o el perro del vecino/a o el elefante del circo ése de mierda del Soleil, o lo que sería mucho más asqueroso, con alguno de sus Clowns. O que le den ganas de salir corriendo para abrazarnos o para patearnos el culo o para romper vidrieras o para romper espejos retrovisores de autos estacionados en centros comerciales, etc., etc., etc. Eso es escribir bien; gerundio o no, adjetivo o no, adverbio o no, lo aprende cualquier infeliz, así que no hay que creerse las boludeces que se dicen por ahí, las que yo digo, por ejemplo, las que todos decimos cuando estamos boludos o tenemos un momento de boludez. Regla de tres simple y en este exacto orden: yo, la historia y el texto. Lo demás es pura mierda).
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