Cocino la última pata muslo congelada que había en casa. Tomillo y pimienta. Antes de viajar hay que comer casero dice mi abuela desde que me acuerdo. A las diez viene el remis, lo pedí con tiempo porque el tic tac del reloj es algo que me pone nerviosa y no lo controlo, ni a los nervios ni al paso del tiempo, (tan nerviosa que repito tiempo y paso del tiempo y tiempo una y otra vez y comienzo a tener hambre). Es por esto que siempre llego una o dos horas antes de lo indicado y miro zapatos. Los zapatos son como los pezones, por eso hipnotizan. Además hay un problemita con algunos taxistas del aeropuerto. Odio a los taxistas, ¿te dije? Si vas a robar robale a Frank Sinatra que paga hasta un chicle con cien dólares y no recibe vuelto (eso también me lo conto mi abuela, “Frank Sinatra no recibe plata tocada”).
Ir a Jamaica no me entusiasma mucho, pero si quiero conseguir un acreedor alguna vez en la vida voy a tener que arriesgarme. Y vos mejor que nadie sabes el pánico que me da entregarme a lo que no controlo. Me siento a comer. Termino la carta desde mi BlackBerry cuando esté en el avión. Estos telefonitos son geniales. Le compré una fundita en un shopping de Córdoba. Si vieras los ojos tiernos del tipo que me los vendió, lástima el sobretodo, me hizo acordar a Liniers. ¿Te acordás de esa viñeta que dice que vivir en el suelo aburre? Ja! Los sojeros no pensarán igual.
Ya subí al avión y estoy mirando un programa de noticias venezolano o algo así, no distingo las tonadas centroamericanas. Sé que en Jamaica hablan inglés. Eso me pone contenta, voy a poder decir sunshine sunshine sunshine. O cuando vaya a Brasil, el mes que viene, decir saudade saudade saudade. Son palabras que le hacen honor a la poesía.
Tengo al lado dos ingleses en pedo. Tienen unas camisetas verdes con números cosidos en la espalda. Me hace reír la coincidencia. A vos te chupa la pija un gato viejo y yo tengo miedo de dormirme y que me violen. Qué injusto que es tener un hueco a llenar entre las piernas. Un hueco en cualquier lado en realidad. Pero no me quejo. Estos dos tipos tienen un cráter en el corazón, los veo venir de lejos. Debe ser que les ha dado poco el sol.
Menos mal que comí en casa. Hay arrollado de pollo viejo y el avión salta como bolero de Ravel remixado.
Te escribo desde Jamaica. Te voy a extrañar. No te pierdas en Moscú, dicen que es una ciudad laberíntica y que hay mucho ruso cagado de hambre por ahí.
Sacá fotos. No mil.
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