7.6.11

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Sueño raro desde que viajo. Más raro. Como si me hubieran desconectado el cable que ordena y distingue entre deseos, posibilidades, miedos, mierda y ganas de volar. Y a esa conexión la hubieran tapado con bosta de caballo. Es difícil de explicar. Un orgasmo de pitufo onírico. ¿Quién o qué es responsable? Yo.

Después de leer Castaneda comencé a hacer ejercicios para controlar los sueños, mi vida segunda. Y estoy empezando a tener avances. Duermo ocho horas por día, ocho horas de realidades otras. La salud de los paralelogramos. Ayer concentré mi mirada en un punto fijo, era una maderita más oscura incrustada en el respaldar de la cama, como una estrella de mar. Cuando me dormí. Soñé con el mar, que era el mar. Mi cuerpo no existía, solo flotaba la idea de algo que por semejanza pertenece al mismo lugar de procedencia. Era cada partícula de hidrógeno y de oxígeno de esa inmensidad de agua. A su vez mi yo disgregado en miles tenía la capacidad de mirar alrededor. Era una partícula y un ojo con conciencia, multiplicada billones de veces. Te imaginarás todo lo que vi. Vi al mar siendo el mar. Fui dios. Ser dios dormida y despertar porque una gotera de agua helada cae sobre tu espalda es el principio de la esquizofrenia. De la divinidad a la pobreza hay un mundo de por medio y soy capaz de sortearlo en un minuto. Encima me resfrié.

¿Seré cada gota de humedad que expulsa mi cuerpo? ¿Estaré deshaciéndome de mi, cuando me sueno los mocos? (Había escrito “cuando me sueño los mocos”)

Si fuera dios posta no estaría resfriada y ya.

La acumulación de millas (la cual no tenía contabilizada) hizo que la aerolínea me ofreciera un pasaje gratuito. Alaska, Ulan Bator o un punto perdido de la selva Amazónica. Y dije sí, dije sí. De Jamaica me despedí con un liviano movimiento de mano y partí rumbo a la selva. La selva es como los milagros. No hay que querer trazar genealogías de sus comienzos, puntos de partida o razones. Simplemente estar en ella y cuando renazca un claro entre los árboles tratar de mirar más allá de lo tupido de las hojas y decir gracias a lo tupido de las hojas primero y al más allá, después.

Rusia parece un lugar exótico. Me imagino a un taxista (con ese gorro enorme que usan que parece el anillo de compromiso de un gigante que vive en lo profundo del bosque y solo pudo hacer una alianza con la piel del último oso vivo) hablándote enojado del nuevo sistema de trasporte de Moscú y vos conteniendo la risa que provoca el absurdo. Rusia es absurda para mí, no podría ser de allí. Desde que llegaste escribís cosas extrañas, como si estuvieras distante de lo que vas viviendo. ¿Estás bien?

Si me necesitas escribí. Soy buena dando consejos. No así llevándolos a cabo. Imaginar cómo es que serían ideales las cosas es lo que me gusta, lo demás me aburre. Si, ya sé. No está bien.

A veces pasan cosas raras. En la china o en Miramar.

Yo te creo todo.

Cariños, E.

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