El problema, durante todo el año, es el crepúsculo. En verano y en invierno. Hay el primer crepúsculo, el del verano, y no hace falta encender la luz en el interior.
Y luego hay el verdadero, el crepúsculo de invierno. A veces, cerramos los postigos para no verlo. También están las sillas, las guardamos para el verano. La terraza, allí es donde pasamos todos los veranos. Que lo digan mis amigos que vienen a pasar el día. Frecuentemente para eso, hablar.
Es triste cada vez, pero no trágico: el invierno, la vida, la injusticia. El horror absoluto una mañana determinada.
Es sólo eso, triste. No nos acosumbramos con el tiempo.
Marguerite Duras, Escribir.
3 comentarios:
Lo que me pregunto yo es si los amigos de Marguerite son como los míos, que terminan volcando la cerveza en el piso de la terraza y después no se quedan a limpiar.
A alguna gente no hay crepúsculo que le venga bien.
Actualizá el blog, hijo de puta, que ahora que no consigo laburo en la tele blogueo como una condenada.
Ahí tenés, Mónica. Te cambio la actualización por una de las tuyas: una buen chupada de pija.
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