Haciengo gala de todas las pelotudeces que ahora me dan de comer, como los hipervínculos y las citas y el espíritu común que algunos sostenedores de blogs quieren imponer o juegan a reproducir, esto es, aprovechando esta movida del blog para recuperar cosas memorables, maravillosas, apoteóticas, les dejo aquí una clasificación precisa, evidentemente empírica y concreta sobre cómo cogemos nosotros, los vergas. La autora se llama Adriana Battu y no la conozco. O sí, la conozco a partir de ahora. No la conozco porque no la había leído, porque nunca la crucé en una fiesta ni tampoco en algún partido de literatura, pero puedo asegurar, hoy, ahora mismo, que debe ser un caño de mujer, una hermosura total, debe estar buena desde los callos hasta el alma, y al mismo tiempo puedo asegurar que jamás cogería con ella. No por miedo a su belleza esssuberante, sino por miedo a la marginalidad. No soportaría quedarme afuera de su cánon. Disfruten.
En la cancha se ven los pingos
por Adriana Battu
Me agarró la fiebre clasificatoria y empecé por ordenar mis zapatos, después mi biblioteca, después los papeles que daban vueltas hace meses, y ahora quiero terminar etiquetando los estilos sexuales de los hombres. Algunos los conocí, otros me los contaron. Todo esto fue hace mucho tiempo, en la etapa disipada de mi vida.
El locutor
Te va comentando lo que te hace o te está por hacer. "¿Estás lista para que te pegue una tremenda chupada de concha?", dice. O por ahí te la empieza a meter, te hace ese amague de la puntita y un poco más, y cuando soltás un gemido, él te susurra al oído: "Y todavía no te metí ni la mitad de la pija". El locutor a veces gusta, a veces no. A veces calienta y a veces causa un poco de gracia. Es vulnerabe. Al "todavía no te metí ni la mitad de la pija" se le puede retrucar un "no me había dado cuenta que me la habías empezado a meter". Pero tampoco da ser tan bruja.
El dj
Un clásico. No puede saltar a la cama hasta que no encontró la banda sonora de su performance. El dj crónico puede llegar a sincronizar los movimientos pélvicos con el ritmo de la música. Suelen ser medio rapperos, o rockeros jovatones. Conocí a uno que se jactaba de durar todo un disco de Bon Jovi. Nunca lo comprobé. Algunos se distraen cuando se les acaba el disco y tienen que interrumpir todo para poner otro. Si te le subís encima y te le hamacás al compás, podés quedar grabada a fuego en su corazón melómano.
El mal masajista
Asocia directamente el sexo con el masaje, y lo hace mal. Confunde pasión con fuerza bruta, caricia con fricción, y lo peor es que es súper voluntarioso. Te clava los garfios en la espalda con una violencia innecesaria. Te masajea al revés, por ejemplo, en círculos concéntricos que no disipan ni dispersan los nudos sino que los concentran en un mismo punto. Sin querer, te hace tomas chinas milenarias y te deja medio tullida. Estás rengueando, te dicen tus amigas. Es que tengo un pinzamiento. Ah, lo volviste a ver al masajista.
Es como si en lugar de masaje muscular te hiciera masaje óseo. Es casi un quiropráctico pero alienado y sin licencia. Tiene tan buena voluntad que no te animás a decirle nada. Cuando cae, te dice "mirá lo que traje" y saca la botellita de aceite.
El invasor
Te invade en el baño por lo general. Se te mete en la ducha. Es muy de enjabonarte. Si llega a iniciar un polvo de parados en el vapor, suele ser bueno frenarlo a tiempo, porque algunos terminan con ataques de asma, o les baja la presión. Ya les pasó antes, pero son insistidores, aventureros, incluso un poco escatológicos. Te quieren ver haciendo pis. Cosas así. Para frenarlos basta cerrar el baño con trabita.
El porno star
Es agotador. Por alguna razón tarda en acabar y en ese largo interin quiere hacer todas las poses en todos los ambientes. En el primer encuentro, por ejemplo, cuando te ponés en cuatro, el muy zarpado, en lugar de hacer de rodillas el aceptable perrito, te bombea en pose quarterback de futbol americano parado atrás tuyo con las gambas abiertas sobre tu tímido Suavestar. Un papelón. Puede ser bueno para una noche de hambre acumulado, pero en lo cotidiano terminás pidiendo por favor que alguien le dispare el dardo de Daktari.
El león
Es medio sofocante. Aplastador. Mordedor de cuello. Prefiere cogerte boca abajo, mientras él se apoya con los puños sobre la cama. Para él, sexo y humor no se mezclan. Es solemne y soberano. Hace unas pausas raras: de pronto para de bombearte, te apuntala bajo su peso, y no sabés si te está cogiendo o si está esperando que des las últimas pataditas antes de devorarte. Es muy gritón cuando acaba, rugidor. Te puede traer problemas de consorcio.
El mañanista
Es tempranero. La noche anterior empezó a babear la almohada a las 10:30 justo cuando vos te sentías divina y conectada con todas las constelaciones del placer. Y ahora cuando vos te despertás atropellada por la mala noche, tarde y con ganas de aullar como un vampiro bajo el sol, el tipo se amanece entusiasmado, juguetón, lleno de propuestas. Eso sí, duro. Hay que saber aprovechar al mañanista porque puede valer la pena.
El martillo neumático
También llamado conejito Duracel. Tiene una sola velocidad. Como un motor que trabaja siempre a fondo. No tiene cambios. Te bombea sin piedad y a todo fuego. No conoce los matices, los increcendos, las mesetas, los paroxismos, la calma que precede a la tormenta. Es veloz y eficaz. Alguien lo convenció de que coge bien y no hay forma de hacerlo salir de ese apuro del que está orgulloso. Mejor apretar stop y dejarlo que él siga en su fast forward.
El original (si vale la idea) acá y acá.
El porno star
Es agotador. Por alguna razón tarda en acabar y en ese largo interin quiere hacer todas las poses en todos los ambientes. En el primer encuentro, por ejemplo, cuando te ponés en cuatro, el muy zarpado, en lugar de hacer de rodillas el aceptable perrito, te bombea en pose quarterback de futbol americano parado atrás tuyo con las gambas abiertas sobre tu tímido Suavestar. Un papelón. Puede ser bueno para una noche de hambre acumulado, pero en lo cotidiano terminás pidiendo por favor que alguien le dispare el dardo de Daktari.
El león
Es medio sofocante. Aplastador. Mordedor de cuello. Prefiere cogerte boca abajo, mientras él se apoya con los puños sobre la cama. Para él, sexo y humor no se mezclan. Es solemne y soberano. Hace unas pausas raras: de pronto para de bombearte, te apuntala bajo su peso, y no sabés si te está cogiendo o si está esperando que des las últimas pataditas antes de devorarte. Es muy gritón cuando acaba, rugidor. Te puede traer problemas de consorcio.
El mañanista
Es tempranero. La noche anterior empezó a babear la almohada a las 10:30 justo cuando vos te sentías divina y conectada con todas las constelaciones del placer. Y ahora cuando vos te despertás atropellada por la mala noche, tarde y con ganas de aullar como un vampiro bajo el sol, el tipo se amanece entusiasmado, juguetón, lleno de propuestas. Eso sí, duro. Hay que saber aprovechar al mañanista porque puede valer la pena.
El martillo neumático
También llamado conejito Duracel. Tiene una sola velocidad. Como un motor que trabaja siempre a fondo. No tiene cambios. Te bombea sin piedad y a todo fuego. No conoce los matices, los increcendos, las mesetas, los paroxismos, la calma que precede a la tormenta. Es veloz y eficaz. Alguien lo convenció de que coge bien y no hay forma de hacerlo salir de ese apuro del que está orgulloso. Mejor apretar stop y dejarlo que él siga en su fast forward.
El original (si vale la idea) acá y acá.
5 comentarios:
Canastona de nueces para esa tremenda Mujer!!
GENIAL!
Me alegra, me completa el cuerpo de alegria saber que hay mujeres que publiquen esto y que definan con tanta claridad, saber que del otro lado hay un participante igual de curioso y obsesivo es una alegria.
OTRA vez Pastor, me agrupo a tu rebaño y tomandome un cafe por Palermo me alegraste el fin de semana querido
saludos
Nico
Realmente es un texto excelente. Es difícil no estar en esa clasificación. Pero...me queda una duda (además de la poro...) no será portadora del Sindrome de la Gata Flora??
Trillado. Todos hacen clasificaciones y les ribetean el occipucio a sus experiencias con palabras estrafalarias y retorcidas conexiones gramaticales, nada mas porque queda bonito. Tan facil como escribirlo entre charlas de mujeres y tan sencillo como cogerse a todos esos mandriles de culo bombeador.
Ah, Juan de la Puente tambien escribio un libro de experiencias, sexuales y no tanto.
Por favor, comprenle un trago a esta dama.
"Toda la felicidad de los hombres esta en la imaginacion."
Marquis de Sade
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