No entiendo por qué no me hice peronista desde los siete, cuando decidí sufrir por el Racing Club de Avellaneda. Cuando el país comenzaba a explotar, allí por diciembre de 2001, yo creía llamativamente que estaba viviendo los mejores momentos como hincha: fuimos campeones en esos días de locura y yo salí por las calles de Neuquén a dar la vuelta olímpica (sí, en Neuquén la naturaleza permite, también, dar vueltas olímpicas). Ese día se terminaron las burlas que sufrí durante todo el secundario, y que pude amortiguar de una sola manera: estudiando fútbol, conociendo las contradicciones de cada uno, tratando de cagar a los de Boca o River. Luego, hace muy poco tiempo, bajo el Autotrol del Chateau Carreras, una noche de frío, rodeado de hinchas de Talleres (club que detesto, en oposición a Belgrano, que me cae muy simpático), pensé que allí mismo estaba viviendo mis peores momentos como hincha y amante del fútbol, sobre todo cuando algún pelotudo como Schaffer o Mercado jugó mal hacia atrás y Matías Gigli empató en uno lo que significaba el primer partido de la promoción (Belgrano-Racing) para no caer al Nacional.
Hoy el diario me despierta con la verdad de la vida, es decir, el punto medio entre una sensación y otra. Esta es la prueba de la felicidad.
En medio de un entrenamiento, bajó un helicóptero y quién nos fue a visitar: Néstor.
Viva el poder y la buena onda, y sobre todo, viva el próximo presidente hombre de nuestra Nación, si dios quiere y las señoras nos lo permiten: Ricado Caruso Lombardi.
Hoy el diario me despierta con la verdad de la vida, es decir, el punto medio entre una sensación y otra. Esta es la prueba de la felicidad.
En medio de un entrenamiento, bajó un helicóptero y quién nos fue a visitar: Néstor.
Viva el poder y la buena onda, y sobre todo, viva el próximo presidente hombre de nuestra Nación, si dios quiere y las señoras nos lo permiten: Ricado Caruso Lombardi.
2 comentarios:
Qué pena que mi equipo tenga hinchas como vos. Sole
Eee epa, aguante talleres. Y que el próximo presidente salga de ahí... ¡Pero que sea Néstor!
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