3.6.09

Crónica sobre el esperado Match entre escritores, editores, imprenteros y dibujantes auspiciado por FULBAZO

(…) entonces por esa misma razón digo, y aprovecho el móvil gráfico, para qué carajo escribimos si no es para narrar las vergüenzas propias y las virtudes ajenas. El sábado 30 de mayo nos reunimos finalmente para el jugar al fútbol, en la previa de la presentación inaugural de los cuentos coleccionables FULBAZO, a cargo del gran Kike Bogni. La cita fue un rato antes del mediodía, en la cancha “externa” del Centro Vecinal Granadero Pringles. Terreno irregular, predominio de tierra por sobre gramilla y una tendencia microcefálica en la morfología del campo de batalla: el físico de la cancha, esto es, su cuerpo, no se correspondía con el tamaño de los arcos o, mejor dicho, los arcos se correspondían con una cancha de fútbol 5 y no con una cancha para jugar nueve contra nueve. Pero no importó, porque el estado del clima estuvo por encima de esos detalles. Nos recibió una jornada claramente radical, cielo encapotado y frío en las manos: daba más para un campeonato de truco que para un fulbo. Pero tampoco importó: todos los ingredientes se hicieron presentes y una pelota bastante liviana comenzó, de repente, a rodar.

De un lado, el anfitrión-escritor Bogni, el escritor Quintá, el escritor Barbieri, el Borro (dibujante de los cuentos Fulbazo), el poeta Arriaga (jugador más joven del encuentro) y quien les habla, entre otros. Podrán preguntarse por qué no nombro a todos. La respuesta es la siguiente: no todos hicieron cosas distintas adentro de la cancha.

Del otro lado, el equipo de los hermanos. Los hermanos-escritores Tejerina, los hermanos-editores Ferreyra, el escritor Savino, imprenteros, abogados, etcétera. Las razones para no nombrar a todos, llamativamente, es la misma que antes.

El partido lo perdimos por un gol. Eso es lo primero que debo decir. Así que paso directamente a los micro-resúmenes individuales:

Arriaga: jugó con gorro y barba, lo que le resultó notoriamente favorable para afrontar el frío y los problemas de aerodinamia. Su performance fue tan pareja y satisfactoria que terminó jugando para los dos equipos (empezó para los otros y terminó jugando a nuestro lado, aunque no le alcanzó para cambiar la historia). El puntaje correcto sería un 7 (siete), por su habilidad y voluntad.

Quintá: intentó vomitar dentro de nuestro arco, pero no pudo. Esa es, quizás, la mejor radiografía de su actuación. No pudo hacer nada. Quiso tocar, y casi no pudo. Quiso desbordar por la derecha, y perdió la pelota en reiteradas ocasiones. Quiso explotar un lateral en ataque y cuando tomó la pelota, la encontró untada en caca. Quiso vomitar, reitero, por su pésimo estado físico, y ni siquiera pudo hacer eso.
La explicación del fracaso, en Quintá, sin duda va ligada a una de sus rodillas: si mi memoria no falla, específicamente a su rodilla izquierda. Quintá ostenta allí una cicatriz de guerra, o algo parecido a eso, pero una marca sencillamente demencial, increíble. Alguna vez (jugando a un deporte innombrable, de esos que juega la gente gorda sólo para sentirse a gusto con su cuerpo y su entorno social) se rompió lo ligamentos y cayó en el quirófano, y allí fue víctima del mal gusto de un carnicero devenido en médico: digo mal gusto porque hasta un faenador hubiese sido más prolijo con su carne y su articulación.
Quintá tiene una cicatriz en su rodilla de unos doce o catorce centímetros de largo, por uno y medio de ancho. Como si hubiesen querido practicarle un by-pass coronario desde allí mismo, para no romperle el esternón. En definitiva, es un hombre (ya un padre de familia) que no puede hacer demasiado en una cancha, y quizás por eso intentó vomitar su tristeza, su nostalgia de tiempos pasados, su carga emocional. Pero no pudo. Un 3 (tres) para él.

Bogni: prolijo, ordenado en posición de tres, peinado acorde a los tiempos de hoy, generoso con la pelota. Voló al campo contrario cuando pudo; no recuerdo si hizo goles, pero debería haberlos hecho, porque fue lo más parecido a un profesional que tuvimos de nuestro lado. La alegría del evento en general nos brindó su simpatía en la cancha, y su clase para tocar. Sin él la cuestión podría haber sido mucho peor. Otro 7 (siete).

Barbieri: otro punto destacado del equipo. Ofreció su voluntad y sus pocos restos de habilidad para intentar el éxito, y brindo por ello. Se movió de delantero y volante ofensivo, llegó al gol, buscó las puntas, nunca perdió la energía y las ganas. Y tiene barba, Barbieri. Si, es medio pelotudo esto, pero quizás eso lo ayudó a regular la temperatura facial, y en consecuencia a poder mover la boca para pedir la pelota, y para gritar. Un 6 (seis) me deja tranquilo como cronista.

Borro: la figura de la cancha. Pero no por su despliegue, que fue real, ni por su empuje, que también lo fue, sino por su enorme capacidad para hacerse notar y molestar a todos: un poquito a sus compañeros, muchísimo a sus rivales. Borro se presentó con ropa de fajina, pelo largo y (otra vez) barba frondosa, demostrando estar al tanto de las coordenadas climáticas. Y se cansó de gritar, arengar y luchar por lo nuestro. Voló y cayó al suelo más de quince veces y lo hizo arriesgadamente. Podría haberse roto en distintos lugares y situaciones del partido. Pero su cuerpo parece comportarse como el de un bebé malo, una suerte de duende siniestro: un gnomo de las sierras, coherente y tercermundista. Sus huesos deben ser mucho más cartilaginosos que los de la gente común, aunque esto suene a contradicción: hueso cartilaginoso. Y con su flexibilidad y empuje gritón nos llevó varias veces a creernos que podíamos ganar el partido. Evidentemente no lo hicimos, pero su figura retumbó hasta horas de la tarde. El aliento de borro quedó allí, flotando, hasta un nuevo encuentro. Tiene un 6 (seis) por mi parte.

Vigna: qué decir sobre mi actuación. Me vi varias veces con arcadas, atorado por mis propios mocos. Si el partido hubiese transcurrido durante un año, se podría decir que pasé casi dos estaciones atornillado en el arco. Otoño e invierno, por ejemplo. Facundo Ferreyra casi me arranca la cabeza con una volea sorpresiva y artera, que por supuesto terminó en gol. Me atribuyeron luego un gol olímpico, sólo por haber pateado un córner: la pelota ingresó a la valla contraria gracias a la impericia de los Tejerina (cuándo no: especialmente de Lucas). En síntesis, un 3 (tres) para mí. Ojalá algún día pueda demostrar que eso fue sólo una cara oscura de mi pasado como volante.

Los contrarios

Hermanos Tejerina: como toda entidad que subsiste a partir de opuestos, uno bien y el otro mal. Hernán descolló como arquero, se raspó las piernas (medias bien altas, cual Ángel David Comizzo, cual paquita de XUXA) y detuvo tres o cuatro disparos certeros de nuestra parte. En la cancha su rendimiento disminuyó un poco. Si Hernán, entonces, fue el cátodo de la hermandad tejerinesca, naturalmente Lucas fue (repito, naturalmente) el ánodo. Con la literalidad que ello implica. Corrió, metió, quiso entenderse con los hermanos F, nunca pudo hacerlo. Puteó, jugó con gorro y lentes, desperdició infinitas situaciones de gol, no supo, en resumen, si ser chicha o ser limonada (y no hablo de bebidas saborizadas). Terminó siendo una especie de Diego Latorre un poco más querible pero igual de mediocre y bocón. Mis puntajes son 5,5 (cinco coma cinco) para Hernán, 4 (cuatro) para Lucas.

Hermanos Ferreyra: y claro, así no se puede. Calladitos, los tipos, entraron a jugar, Carlos por la derecha, Facundo por la izquierda, haciéndose los boludos (ajá, mirá vos, qué lindo todo esto, pero mirá qué pintoresco), hasta que tocaron la pelota. Y a la mierda. Primera situación: pelotazo frontal, recibe uno con el taco, toca de primera a su hermano; éste desborda por izquierda, devuelve la gentileza, y el primero, el original, remata con violencia por sobre el travesaño. Uf. El primer comentario de la defensa fue, como habrán de imaginarse, el siguiente: “eh, culeados, era en chiste el partido”. Corrieron los primeros veinte minutos sin disminuir el ritmo. Yo empecé a expulsar flemas, Quintá quiso vomitar, y esta dupla seguía corriendo como si de ello dependiera su alimentación para el resto de la vida. En un parate, me acerqué a uno de ellos: “Che pero ustedes juegan seguido, no?”

“Si, un poquito”, respondió el más viejo. “Todos los miércoles, desde hace DIEZ AÑOS”

DIEZ AÑOS. Para qué seguir, entonces, con esto. Tocaron de primera, crearon peligro, nos cagaron a goles, se reputearon entre ellos; ahí estuvo la clave de todo. Dos hermanos que se putean en una cancha, son dos hermanos que se conocen. Y que pretenden cogerse a todo el equipo contrario. Y algo así hicieron. Nos cogieron un poquito, así calladitos como llegaron: especialmente Facundo, que según el relevo periodístico sólo emitió veintitrés palabras a lo largo del partido. Mis puntajes es catorce, 7 (siete) y 7 (siete), respectivamente.

Savino: otra rodilla rota, refuerzo de neoprene azul para que no moleste de más. Savino ostentó un apósito de neoprene de esos que les recetan a las tías cuando ya no les dan más las muñecas; cuando no pueden ni sacar las monedas del monedero para pagar dos tiras de pan mignon. Así y todo, fue un defensor voluntarioso y llegó al ataque, calladito, también. Disciplina táctica y sostén defensivo. Ejecutó la lógica del Yo-Yo: fue y volvió, fue y volvió, sin hacer más ruido que el de un hilo soltándose y enrollándose. Creo que se merece un 6 (seis) (ya estoy un poco cansado de escribir esta mierda)

Y hubo un abogado pelado que jugó bien, en defensa para ellos (como gran parte de los abogados), y hubo imprenteros varios boyando por la cancha que también nos rompieron las bolas con ataques sucesivos.

La figura del partido, para mí, fue un chico de remera blanca y vivos verdes que la movía muy lindo y, con sonrisas para todos lados, nos metió un pesto rico rico. No me acuerdo el nombre ni la cara, pero fue el mejor. Un 8 (ocho) para él, si me está escuchando. Adelante estudios y que se vayan todos a la recalcada concha de su madre, Víctor Hugo: cuando haya revancha hablamos.

5 comentarios:

El Lucas dijo...

me estaba yendo del ciber, me quedaban 39 segundos antes que empezara a correr una nueva tarifa y decidí pasar por tu blog.¿Que decir de la sarta de mentiras que enhebras solo para ocultar la única verdad que durante todo el partido sobrevoló y gambeteó entre las peludas y asquerosas piernas de los participantes: que en los papeles pintabas para un canniggia antes de la nanis y terminaste siendo un Hrabina mixturado con pasucci. Que quieras desmejorar mi histórica actuación para soliviantar la tuya es de una bajeza cruel. Sin palabras, ah, y no perdieron por 7 a 6, es decir por un gol, sino por dos. Y la proxima juego sin ateojos para ver si asi nos ganan. Y la revancha cuando quieran y donde quieran, si quieren cortamos la colon a eso de las tres de la mañana del 17 de junio, dia que segun eschoyez va a ser el mas cruel y frio del año. y otra cosa, por contestarte a vos la tarifa del ciber se me fue a 1,50 y yo solo tengo 0.75 centavos, me queres decir como le hago entender a la que cobra que no tengo para pagarle?????, esto me pasa por meterme en discusiones pelotudas, bueno vaigna, sin más y para ser lo más diplomático posible te mando a la reconcha de la lora y un abrazo gigante, ahhh, y dedicate a las crónicas deportivas, te va a ir mejor que intentando hacerte el escritor serio, chau culiao

gracias por la risa




el lucas

El Lucas dijo...

me estaba yendo del ciber, me quedaban 39 segundos antes que empezara a correr una nueva tarifa y decidí pasar por tu blog.¿Que decir de la sarta de mentiras que enhebras solo para ocultar la única verdad que durante todo el partido sobrevoló y gambeteó entre las peludas y asquerosas piernas de los participantes: que en los papeles pintabas para un canniggia antes de la nanis y terminaste siendo un Hrabina mixturado con pasucci. Que quieras desmejorar mi histórica actuación para soliviantar la tuya es de una bajeza cruel. Sin palabras, ah, y no perdieron por 7 a 6, es decir por un gol, sino por dos. Y la proxima juego sin ateojos para ver si asi nos ganan. Y la revancha cuando quieran y donde quieran, si quieren cortamos la colon a eso de las tres de la mañana del 17 de junio, dia que segun eschoyez va a ser el mas cruel y frio del año. y otra cosa, por contestarte a vos la tarifa del ciber se me fue a 1,50 y yo solo tengo 0.75 centavos, me queres decir como le hago entender a la que cobra que no tengo para pagarle?????, esto me pasa por meterme en discusiones pelotudas, bueno vaigna, sin más y para ser lo más diplomático posible te mando a la reconcha de la lora y un abrazo gigante, ahhh, y dedicate a las crónicas deportivas, te va a ir mejor que intentando hacerte el escritor serio, chau culiao

gracias por la risa




el lucas

Diego Vigna dijo...

Lo suyo es típico de jugador mañoso, Tejerina: no se aguanta la crítica objetiva.
Y después dicen que el periodismo tiene la culpa.

Alejandro Arriaga dijo...

y yo que hago? estoy como para las votaciones... me emperno en el equipo de los tejerinas yy soporto esa tremenda sensacion de que se la van a tocar entre ellos todo el partido,,, ooo me emperno en el equipo del dueño de casa, don kike, nuevo amigo, o don vigna (narrador porno (de gran futuro)) .. hay una gran diferencia: el borro! que personaje! pero hay otra, yo con los hermanos T iba ganando, y cuando jugue pa el equipo se esos dos que decian.. "como en el parque, como en el parque" (chicos desquiciados por paco (de seguro)) remontamos de un 4-1 a un 4-3 pero no alcanzo... con cual me quedo? aun no se cual me reclamaria? de todas maneras la presencia del borro es pesada. la figura el de verde y blanco, lastima no haberle clavado un doping.
el ale

Nano dijo...

Belleza de crónica. Coincido que el borro fue el jugador de la cancha, lo supe antes de empezar, hay testigos. Quiero al náufrago en mi equipo, había dicho. No alcanzó para ganar, pero los que desplegamos joggo bonito siempre supimos que esa es una apuesta al fracaso en los números y a la victoria estética y peronística.

Abrazos.

PD: Se que no es el espacio, pero aguante talleres, vamos la T carajo, volveremos, volveremos la puta que lo parió.