9.10.09

Estela Figueroa (Santa Fe, 1946)

Un atardecer de abril después de una separación

Ya no tengo a quién esperar
De modo que para qué preocuparse
Por cambiar las sábanas
o barrer el patio.

Se hace lo imprescindible
regar las plantas
dar de comer a los gatos
¿qué culpa tienen?
Al crepúsculo salgo a la calle
en busca de cerveza.
Mi vecino homosexual me invita
a cenar este sábado en su casa.
Acepto.
Donde no hay sexo no hay problemas.

Estos encuentros
han llegado a ser mi único sentimiento.



Motivos

I

Al mediodía un amigo
me comunicó la muerte de otro amigo.
No reaccioné de inmediato.
Almorcé.
Luego tomé un ansiolítico
y pensé en dormir la siesta
tratando de hacerme a la idea
de que estas cosas suceden
cuando se tiene más
de cincuenta años.

Pero no pude dormir
y me largué a llorar.
El crepúsculo me encontró
en el dormitorio
acomodando un poco los libros
que estaban sobre la mesa de luz.
Cambiando las sábanas.
Sacando diarios viejos.
Colgando en el placard
la ropa que estaba aquí y allá.
Asustada todavía
y todavía lagrimeando
porque me sentía sin fuerzas.
Pero no vaya a ser que la
Indeseada llegue
y encuentre todo hecho un desquicio.


Con el dormitorio ordenado es
más fácil
tenderse en la cama
con un pañuelo mojado en
agua fría sobre los ojos
para no ver tanta destrucción.


II

Debemos soportar cuatro
sufrimientos esenciales:
el nacimiento
la vejez
la enfermedad
y la muerte.
A la vejez vamos entrando lentamente como
a una casa desconocida.
Queda la enfermedad
que nos habrá de abatir
con su tropel de médicos y enfermeras
su chirriar de camillas
y la Indeseada.

Sólo estamos aquí de paso
¿qué consuelo ofrecen los libros sagrados?
Ninguno.
Por eso lloro.



Los huesos de mi padre

Hace más de veinte años que murió
y no renovamos el derecho de sus huesos
a permanecer en el nicho.

De mi parte fue intencional.
A mi padre no le gustaba estar encerrado.

Ojalá un sepulturero los haya vendido
y haya comido algo especial con su mujer y sus hijos
o se haya tomado unos vinos
en rueda de amigos.

Y con esos huesos un joven estudie medicina
-esos huesos largos y bien formados-
sin pensar en la muerte.

2 comentarios:

H de K dijo...

que poesía horrible y morbosa, por Dios y la virgen, como la gente puede escribir cosas así!!







saludos titi

Jaramillion dijo...

jaja, kalamicoy hijo de re mil puta. q buenos poemas.