En mi casa de Cipolletti hay dos baños. El más grande es únicamente para los hombres, y el chico lo usa sólo mi madre. Ayer, antes de acostarme, pasé por el baño de hombres. Tenía ganas de hacer pis. Levanté la tapa y encontré lo que motiva este texto. Pero la motivación no surgió por el objeto en sí, harto conocido por cada representante de nuestra especie: surgió por sus cualidades.
Desde el diciembre pasado que tenemos problemas con los desagotes. El baño de los hombres estuvo tapado cerca de 15 días, sin que ninguno de nosotros (hermano, padre, yo) podamos solucionarlo, y un día hasta el mismísimo baño de mi madre se tapó cuando mi novia se bañaba. Comenzó a salir agua de la rejilla luego de unos minutos; la chica tuvo que cerrar las canillas porque la marea había tomado parte del pasillo y alguna entrada de los dormitorios. Ese problema lo solucionó, como era de esperar, mi madre. Pero el problema del baño grande lo solucionó una persona que atacó directamente la cámara séptica.
Ayer quería hacer pis en mi baño pero al levantar la tapa tuve que hacerlo en el baño de mi madre. Ella dormía y no tuvo oportunidad de gritarme para que no lo infectara con residuos de mi cuerpo. En mi baño encontré un pedazo de caca que no me dio asco: me paralizó por lo inverosímil de su figura, por lo poco representativo que era de lo que corrientemente concebimos como una “deposición humana”. Mi padre en estos días está de viaje y el único hombre que no soy yo y que usa ese inodoro es mi hermano. El hombre en cuestión.
II
En la familia hay una larga lista de talentosos representantes anti-codo de inodoro: en la ciudad de Tandil, nuestro primo Carlitos, hijo de Coca, había obligado a su madre a improvisar un arma forjada con alambres de distinto calibre para romper sus soretes antes de tirar la cadena. Coca debió comprar alambre de obra y otros complementarios para modelar una especie de bastón rompe soretes; sin su poder destructor, todo lo que pusiera Carlitos en el fondo del inodoro lo tapaba por completo, con una eficacia envidiable. Cagaba con una solidez tan abrumadora que el rompe soretes terminó junto a la escobilla, apoyado contra los azulejos, para su exclusiva utilización.
Mi padre también tiene una habilidad importante para estas cosas. Todavía me dura un recuerdo plagado de detalles: una tarde estaba acostado en mi cama mirando televisión y él me llamó desde el pasillo, con el grito característico que luego solicita un favor incómodo. Pero no: me gritó para que viera algo que él, sin darse cuenta, había hecho. Caminé por el pasillo, y lo encontré en la puerta corrediza de su baño (era otra la casa). Me llevó directo hacia su inodoro, y luego me pidió que levantase la tapa. Lo miré extrañado. Tenía una media sonrisa distintiva de un logro estremecedor, así que decidí levantar la tapa, asomarme al hueco, y recién allí pude ver un sorete que yacía acostado sobre la pendiente de loza, apoyando sólo la puntita en el fondo, con más del 70 porciento de su cuerpo fuera del agua. Era impresionante. El cilindro tenía una tonalidad dentro de los parámetros normales pero su longitud empachaba la vista: se apoyaba apenas para recorrer toda la ondulación blanca hasta perderse debajo de la tabla.
–Fijáte si llegué –me dijo mi viejo.
–Adónde.
–A la otra cara de la tabla.
–Fijáte vos, hijo de puta –le dije.
–Dale. Fijáte.
Entontes levanté la tabla. En la cara opuesta, la cara no visible, en el lado oscuro de esa circunferencia, había una pequeñísima mancha marrón, un arañazo, un filo, una señal. Mi papá había llegado. Sin darse cuenta.
Mi suegro me contó otra historia real. En sus épocas de estudio vivía en el centro de Córdoba junto con 5 personas más, en un departamento amplio. Y por esa razón, también recibían amigos y conocidos y visitantes las 24 horas del día. Una tarde en la que, según recuerda, eran muchos más que 6 los habitantes del departamento, uno de los amigos comenzó a gritar desde el baño, pidiendo a los demás que le acercaran un poco de papel. Por supuesto que se lo llevaron: no alcanzarle el papel higiénico a una persona que está en medio de un proceso de evacuación es tan perverso como arrodillar a un familiar y fusilarlo en el patio de su propia casa. El problema fue, justamente, que le llevaron papel higiénico: él necesitaba otro tipo de papel, un poco más grande y áspero. El hombre había soltado un sorete de semejante dureza que tenía la certeza de poder asirlo con sus propias manos, siempre y cuando eso no significara mancharse hasta el pecho. Alguno de los presentes encontró unas hojas de papel y sí, entre todos corroboraron esa posibilidad: el dueño tomó el sorete con el papel, como una antorcha recién apagada, y salió a mostrarlo por el pasillo del departamento, para que todos pudieran verlo. Sostuvo el sorete durante unos minutos y no pasó nada: no se derritió como un helado, ni se quebró como una flauta de pan. Fue un sorete espada y mi suegro lo vio con sus propios ojos, y le creo.
III
Ayer quise ir a hacer pis. El sorete que descansaba en el fondo del inodoro era, por supuesto, de mi hermano, y tenía el grosor de un pote de crema, de una taza amplia de café, de un desodorante familiar. Mi hermano cagó un sorete que podría haberlo matado no sólo de un desgarro estremecedor de sus fibras y válvulas, sino que también podría haberlo matado de un susto, porque si yo hubiese estado un poco menos cansado, y más conciente, no sé adónde estaría en este momento. A pesar de tener una familia con oficio para estas cosas, en mi vida había visto algo tan ancho que pueda salir de un ser humano. Mi hermano lo hizo y no se quejó, como para que los heterosexuales entendamos que sí, que todo se estira cuanto sea necesario y que no hace falta tener una capacidad especial o innata para soportarlo. En este humilde relato, el único hermano que tengo merece mi total reconocimiento por lo que hizo; por lo que cada día le entrega a este mundo tan urbano y civilizado. Esa cosa, debo aclararlo, nunca hubiese tapado de nuevo el baño de los hombres. Nunca lo hubiese tapado porque sería como meter una botella dentro de un termo, una pierna dentro de una boca, un auto en una baulera. Eso que anoche vi fue y rebotó, con un golpe seco. Rebotó con naturalidad y quedó estancado, esperando por una disolución que seguramente hasta esta mañana no había logrado sus resultados. Fue y volvió, seguro que más de una vez, y mi sensación es que podría seguir haciéndolo, en este cerebro, cuantas veces quiera.
12 comentarios:
entré a agradecer la gentileza, me llamó la atención la foto y disfrute el texto como quien disfruta una deposición urgente. Let me be the first en tirar el chiste fácil: me cagué de risa. Me hizo acordar, con cariño, a mi hermano, que era de llamarme para comprobar ese tipo de hazañas. Como en un chiste de Cognigni, mi hermano siempre observaba el fruto de su vientre y declamaba, para que yo lo oyera desde el living, "¡é un poema!".
Gracias Ema. Si lo de tu hermano era un poema, lo del mío fue un rollo de poemas, como pasa con el papel de cocina. Un inmenso rollo familiar de poema. Un poema extensísimo que disecarse podría transformarse en papiro, no?
Abrazo grande
Creo que la habilidad de tomar este tema y hacer algo que cause risa y ganas de llegar al final de la lectura es exclusivamente masculino.
Las mujeres no podemos hablar de estas cosas sin sacarles la gracia o desviarnos hacia lugares desagradables.
Vigna, acabo de comprobar que me sigue gustando todo lo que escribís, escatología incluída.
Titi: vos sabés que tal vez sea una de las personas que mas baños conoció en su vida. Me encantá ir a cagar, es tal vez el momento mas humano del día. Aplaudo, una vez mas, tu destreza narrativa para describir el momento mas revelador del día.
Yo también, como Emanuel, he tenido amigos con los que compartí las esculturas de mierda que salian aleatoriamente por nuestros culos, las analizabamos y le buscábamos parecidos. Una vez cagué una pija...
Gracias Lisa, por seguir leyendo...
José Luis: no sé quién sos, pero casi me cago de la risa con tu comentario. Ahora: cagar una pija es un poco fuerte. Comparar las formas y encontrar que se cagó una pija es, groso y, por lo menos, sano: en mi caso, mejor que salgan y no que entren...
Saludos
HAY QUE VER SI CARLITOS TODAVIA TIENE EL ARMA " ROMPE SORETES" EN SU CASA!!!!!!!!!!!!!!!!!
Besos...
Esta muy buena tu narrativa y estabueno que cuentes con tanta gracia un mal de familia!
Patricia tu prima
HAY QUE VER SI CARLITOS TODAVIA TIENE EL ARMA " ROMPE SORETES" EN SU CASA!!!!!!!!!!!!!!!!!
Besos...
Esta muy buena tu narrativa y estabueno que cuentes con tanta gracia un mal de familia!
Patricia tu prima
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Besos...
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Patricia tu prima
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Besos...
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Patricia tu prima
HAY QUE VER SI CARLITOS TODAVIA TIENE EL ARMA " ROMPE SORETES" EN SU CASA!!!!!!!!!!!!!!!!!
Besos...
Esta muy buena tu narrativa y estabueno que cuentes con tanta gracia un mal de familia!
Patricia tu prima
HAY QUE VER SI CARLITOS TODAVIA TIENE EL ARMA " ROMPE SORETES" EN SU CASA!!!!!!!!!!!!!!!!!
Besos...
Esta muy buena tu narrativa y estabueno que cuentes con tanta gracia un mal de familia!
Patricia tu prima
Buenas y santas !! si..soy yo, el famoso carlitos !!!
titi . sigo haciendo mal en baños propios y ajenos, es mas,el otro dia en una casa de mi viejo que estamos arreglando para alquilar, tuve la necesidad imperiosa de acudir al baño.Debo aclarar que dicho baño esta todo echo a nuevo, y el inodoro es de primera calidad ( fv ), y sin innaugurar por ningun cristiano.Por mi mente tras levantar la tapa de ese flamante y lujoso inodoro, se cruzo un pensamiento nefasto que me ah acompañado todos estos 39 años de vida, ¿ se tapara ?
Sabes la respuesta no ?....
EFECTIVAMENTE....SE TAPO !!!!!!!!!
Jose (mi padre)tras los intentos vanos de destaparlo arrojando baldes de agua sin conseguir su objetivo, opto directamente en desmontar dicho inodoro del suelo, y asi poder acceder directamente al famoso ( mal diseñado a mi forma de ver ) codo,sifon o como mierda lo quieran llamar, ese que es el que impide que pase el sorete
Mi conclusion....creo que los fabricantes de inodoros deberian contratarme , para " CONTROL DE CALIDAD "
Te felicito , por tus logros
Carlitos
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