llegan en bandada, un día,
al terreno baldío, al gran hueco,
con su música de cuarteto
en las radios
llegan gritando, llegan
puteando al trompa,
codiciándole la mujer que nunca vieron,
llegan para lastimarse,
para caerse de los andamios,
para romperse la médula jugando
a los angelitos,
llegan para ponerle el hombro
al asunto
y el asunto es acarrear tierra,
arena, agua, cemento,
el asunto,
lo que los cogotudos de la zona
dirían business, es
hacerlo 8, 10, 12 horas seguidas,
con el sol bravo de la siesta,
hacerlo, con el viento sur
del invierno,
hacerlo cansados, poner
ladrillo sobre ladrillo,
sin llorar histéricos por ninguna
cuestión metafísica, porque el tiempo
que les sobra del día
-y siempre son miguitas-
hay que usarlo
para comer,
para bañarse,
para hacerle el amor a la mujer y mirar
cómo crecen los hijos
me gustan, los albañiles,
me gustan
porque todavía tienen tiempo
de gritarnos obscenidades a las mujeres,
de sonreírnos en la vía pública,
de hacernos saber que nos ven,
que nos escuchan el taconeo,
que se fijaron
en el brillo del pelo
me gustan porque cuando se van,
donde había un vacío,
de pronto hay una casa,
una casa armoniosa y a prueba
de tormentas,
es justo recordar de quién fueron las manos,
es justo
(Hermoso poema de Elena Anníbali, a quien agradezco por cómo escribe y por mandármelo)
4 comentarios:
Me encantó!
yo hago changas de albañileria y aunque aveces reniego del trabajo se que es muy saludable para el cuerpo el alma y el espiritu, un regalo de jesus que le quita isteriquismo al alma
A propósito:
http://www.youtube.com/watch?v=hTasyU85Tkk
Gracias por los comentarios, anónimos, y gracias por pasar.
Adrián: buen tema! A propósito: por "contactos" pude leer tu nouvelle estrenada. La disfruté mucho, vieja. Hay algunas escenas excelentes. Abrazo grande.
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