Hoy: Esteban “Corteza de Álamo” Mantilaro
Difícil atacarlo, cuando se lo quiere tanto. Difícil no entenderlo. Su bien de cambio es la madera, vive por ella, y no hay ningún formato de revolución económica o cambio de patrón global que pueda cambiarlo. Hace poco se mudó a la vera del río no para vivir más tranquilo, sino para acopiar más madera: en todo su terreno, junto a la bomba que le brinda agua sucia, junto al auto, junto a la cama, adentro del tambor del lavarropas. Es conocida la anécdota del ping pong de preguntas y respuestas, cuando “Corteza” asistió a un programa de entretenimientos en la ciudad de Neuquén:
─¿Tu mujer o la madera? ─le preguntó el animador.
─¡Madera! ─respondió.
Aplausos en la tribuna del canal 7.
─¿La profesión o la madera? ─insistió el animador.
─¡Madera! ─repitió Mantilaro.
─¿Tu hija o la madera? ─preguntó, por último, Hugo Díaz, el animador.
Matilaro dudó.
─¡Madera! ─respondió su hija Lucía, desde la tribuna, sonriendo.
En otra ocasión, pero esta vez en Canal 10, fue centro de atención por su cualidad olfativa. Le taparon los ojos con un pañuelo de seda, le hicieron oler un aceite neutro a temperatura ambiente y luego lo dejaron frente a una mesa con recortes de todo tipo de madera.
Su hija fue la encargada de acercarle los trozos cerca de la nariz:
─Primera oportunidad, señor Mantilaro ─dijo, en aquella ocasión, el animador de Canal 10.
Lucía le acercó el primer trozo.
─Lenga ─dijo Mantilaro.
─¡Perfecto!
La tribuna comenzó a aplaudir.
─Segundo ejemplo, Mantilaro ─dijo el animador.
Lucía le acercó el trozo.
─Cancharana.
─¡Ah, pero por favor, cómo estamos! ─gritó el animador.
Luego dijo:
─¡Último ejemplo, al azar, por el primer premio de la máquina de escribir eléctrica!
Lucía acercó el trozo que le indicaron.
─Aguaribay ─sentenció Mantilaro, después de olerlo.
Hoy se lo puede ver por el centro de la capital neuquina, con la camioneta Datsun de su padre, recorriendo como un patrullero de los ochenta todos los bulevares, las obras en construcción, los edificios públicos construidos antes de la explosión energética: es decir, los edificios construidos con madera.
Hoy Mantilaro sonríe y sueña con una cabaña de madera, con semiejes de autos con tracción delantera que permitan avanzar gracias a la madera, con cámaras de video barnizadas y torneadas en los bordes. Hoy Esteban sueña con todo un mundo de amigos, un mundo de frío en las narices, un mundo de madera. Mantilaro sueña con un mundo simple, divertido, libre de aceros y bomberos.
2 comentarios:
Que puedo decir, he tenido la suerte de conocer a Esteban Hace ya unos cuantos largos años y puedo asegurar que es una persona unica en milenios o lo que sea....................Yo solo quiero agredecerle su amistad mas alla de las distancias y espero que muchos mas tengan la suerte de encontrarse con esteban en sus caminos.
como que prefiere a la madera antes que a su hija
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