Aquí voy con dos episodios que me trajo este lunes 8 marzo, día internacional de la mujer y por lo tanto, cumpleaños de mi amigo el Chicho cordobés (en este caso, sin duda, una cosa lleva a la otra).
El primero de ellos es realmente emotivo. Resulta que alguna vez, en este mismo sitio pusilánime, en esta sandwichera de palabras, en esta escobilla de baño de escritor que mantengo desde hace más de tres años, alguna vez escribí un texto muy importante para mí que lleva como título GROSOR, y que versa sobre uno de los temas que me apasionan: las vicisitudes del ir al baño, todo lo que gira en torno a cómo y qué caga las personas. El motivo de la realización de aquel texto había sido un sorete exponencial que alguna vez fabricó mi hermano, algo que parecía ubicado en una habitación paralela a la realidad, algo estremecedor de gordo. Pero al momento de narrar la aparición de ese sorete en mi casa del sur, cité algunos casos verídicos que me han marcado de por vida, y uno de ellos correspondía al de nuestro primo Carlitos, de Tandil. Carlitos era una máquina siniestra de tapar inodoros: el vengador de la loza. Resulta que hoy por la mañana recibí un mail de Carlitos, que tuvo acceso al texto y me escribió desde su razón institucional ("Ricco Neumáticos") un mail de reencuentro. La última vez que lo vi, supongo que habrá sido hace no menos de 15 años. Y hoy me escribió, y me alegró el día.
Carlitos me escribió para saludarme, para ponernos en contacto ahora que todos somos adultos, pero sobre todo para decirme que colocó un comentario en el post de Grosor. Así que por admiración y por nobleza, transcribo aquí mismo sus palabras.
Buenas y santas!! Si... soy yo, el famoso Carlitos!!!
Titi: sigo haciendo mal en baños propios y ajenos, es más, el otro dia en una casa de mi viejo que estamos arreglando para alquilar, tuve la necesidad imperiosa de acudir al baño. Debo aclarar que dicho baño está todo hecho a nuevo, y el inodoro es de primera calidad (Fv), y sin inaugurar por ningun cristiano. Por mi mente, tras levantar la tapa de ese flamante y lujoso inodoro, se cruzó un pensamiento nefasto que me ha acompañado todos estos 39 años de vida: ¿se tapará?
¿Sabes la respuesta, no...?
EFECTIVAMENTE... SE TAPÓ !!!!!!!!!
José (mi padre), tras los intentos vanos de destaparlo, arrojando baldes de agua sin conseguir su objetivo, optó directamente por desmontar dicho inodoro del suelo, y así poder acceder directamente al famoso (mal diseñado a mi forma de ver) codo, sifón o como mierda lo quieran llamar, ese que es el que impide que pase el sorete.
Mi conclusión: creo que los fabricantes de inodoros deberian contratarme para "CONTROL DE CALIDAD".
El segundo episodio tiene que ver con un sueño de mi querida Cecita Ruiz, socióloga patagónica pero residente en la capital del país. Transcribo con placer el diálogo que mantuvimos, no quiero ni meter mano en esto.
Cecita: Bueno pero cuestión que yo te escribía por el tema de un sueño que tuve.
Titi: Empezá.
Cecita: El sábado a la noche me acosté después de un embotellamiento, pero tampoco tan grande como para soñar lo siguiente: estábamos tirados en un lugar, supongo que era Chile, porque había playa pero montaña también, bien cerquita, todo el grupito viste, y nos quedábamos ahí tirados desde la tarde con sol, hasta que iba oscureciendo. En un momento aparecía niebla y se habían quedado todos dormidos, menos vos y yo, y yo te decia "Titi, mirá la niebla que hay que no nos vemos la cara". Y vos me decias “eso no es niebla, es merengue”.
Porque era muy densa la niebla, blanca, y después empezaba a salir la luna atrás de una montaña… ¿viste cuando se ve que va iluminando? La niebla se iba, y ahí ya se habían despertado todos menos Tito. Ahora viene lo mejor, ¿estás preparado? Fue el éxtasis del placer onírico…
Aparecen unos miniciervitos, como mucho todo el ciervito tendría 35, 40 centímetros…
Titi : Seguí, por favor.
Cecita: Y unos gatitos que hablan y se me tiran todos los animalitos esos y me empujan con el hocico; me hociquean ¿viste?
Y yo tirada ahí en el piso, chocha.
Titi: Esto es literatura pura.
Cecita: Quiero que sepas que los ciervitos tenían cuernos pero en una versión cactus.
Titi: ¿Cuernos que pinchaban?
Cecita: Nooooo…
Titi: Digo, ¿como agujitas?
Cecita: No no, se veían como cactus pero eran de piel.
Titi: ¿Cuernos de piel?
Cecita: Pará. Busco una foto para que veas…
Titi: No, no, contameló, porque esto que estás narrando ya tiene forma de texto.
Cecita: La forma era de cactus pero no la textura: como con manitos, pero eran unos cuernos blandengues.
Titi: Ajá.
Cecita: Y los gatos que hablaban me hociqueaban también, y en eso aparece uno de los gatitos con una camiseta del chapulín colorado. Mini gatitos eran, ¿eh? Como siete. Y uno me dice que lo despertemos a Tito y nos cambiemos de lugar, porque estamos acostados en un camino y no hay luz, que “viene una moto”. Y yo estaba ahí tirada, no me podía mover de placer.
Y vos le decís al gato: “pero escuchame, ¿vos cómo sabes que viene una moto?”. Y Nico le decía: ¿pero vos cómo hablás?
Y yo pensaba: ¿pero estos ciervos cómo son tan chiquitos? ¿Y por qué tiene esos cuernos? Y pasó la moto nomás, y me desperté: no pisó a nadie, quedate tranquilo.
Titi: ¿Pero por dónde pasó? ¿Tito se despertó?
Cecita: Sí sí, ya estaba despierto, el gato decía cualquiera.
Titi: ¿Estaba drogado el gato? Es decir, ¿podría haber estado drogado?
Cecita: No eran así. Me desperté con una felicidad… era todo tan hermoso.
Titi: Qué hermoso sueño. Lo quiero mostrar. Me produjo paz.
Cecita: Lo que más me gustaba era los ciervitos que me hociqueaban…
Titi: ¿Y tenían la nariz mojada?
Cecita: Sí, pero no de moco: era humedad de hocico.
El primero de ellos es realmente emotivo. Resulta que alguna vez, en este mismo sitio pusilánime, en esta sandwichera de palabras, en esta escobilla de baño de escritor que mantengo desde hace más de tres años, alguna vez escribí un texto muy importante para mí que lleva como título GROSOR, y que versa sobre uno de los temas que me apasionan: las vicisitudes del ir al baño, todo lo que gira en torno a cómo y qué caga las personas. El motivo de la realización de aquel texto había sido un sorete exponencial que alguna vez fabricó mi hermano, algo que parecía ubicado en una habitación paralela a la realidad, algo estremecedor de gordo. Pero al momento de narrar la aparición de ese sorete en mi casa del sur, cité algunos casos verídicos que me han marcado de por vida, y uno de ellos correspondía al de nuestro primo Carlitos, de Tandil. Carlitos era una máquina siniestra de tapar inodoros: el vengador de la loza. Resulta que hoy por la mañana recibí un mail de Carlitos, que tuvo acceso al texto y me escribió desde su razón institucional ("Ricco Neumáticos") un mail de reencuentro. La última vez que lo vi, supongo que habrá sido hace no menos de 15 años. Y hoy me escribió, y me alegró el día.
Carlitos me escribió para saludarme, para ponernos en contacto ahora que todos somos adultos, pero sobre todo para decirme que colocó un comentario en el post de Grosor. Así que por admiración y por nobleza, transcribo aquí mismo sus palabras.
Buenas y santas!! Si... soy yo, el famoso Carlitos!!!
Titi: sigo haciendo mal en baños propios y ajenos, es más, el otro dia en una casa de mi viejo que estamos arreglando para alquilar, tuve la necesidad imperiosa de acudir al baño. Debo aclarar que dicho baño está todo hecho a nuevo, y el inodoro es de primera calidad (Fv), y sin inaugurar por ningun cristiano. Por mi mente, tras levantar la tapa de ese flamante y lujoso inodoro, se cruzó un pensamiento nefasto que me ha acompañado todos estos 39 años de vida: ¿se tapará?
¿Sabes la respuesta, no...?
EFECTIVAMENTE... SE TAPÓ !!!!!!!!!
José (mi padre), tras los intentos vanos de destaparlo, arrojando baldes de agua sin conseguir su objetivo, optó directamente por desmontar dicho inodoro del suelo, y así poder acceder directamente al famoso (mal diseñado a mi forma de ver) codo, sifón o como mierda lo quieran llamar, ese que es el que impide que pase el sorete.
Mi conclusión: creo que los fabricantes de inodoros deberian contratarme para "CONTROL DE CALIDAD".
El segundo episodio tiene que ver con un sueño de mi querida Cecita Ruiz, socióloga patagónica pero residente en la capital del país. Transcribo con placer el diálogo que mantuvimos, no quiero ni meter mano en esto.
Cecita: Bueno pero cuestión que yo te escribía por el tema de un sueño que tuve.
Titi: Empezá.
Cecita: El sábado a la noche me acosté después de un embotellamiento, pero tampoco tan grande como para soñar lo siguiente: estábamos tirados en un lugar, supongo que era Chile, porque había playa pero montaña también, bien cerquita, todo el grupito viste, y nos quedábamos ahí tirados desde la tarde con sol, hasta que iba oscureciendo. En un momento aparecía niebla y se habían quedado todos dormidos, menos vos y yo, y yo te decia "Titi, mirá la niebla que hay que no nos vemos la cara". Y vos me decias “eso no es niebla, es merengue”.
Porque era muy densa la niebla, blanca, y después empezaba a salir la luna atrás de una montaña… ¿viste cuando se ve que va iluminando? La niebla se iba, y ahí ya se habían despertado todos menos Tito. Ahora viene lo mejor, ¿estás preparado? Fue el éxtasis del placer onírico…
Aparecen unos miniciervitos, como mucho todo el ciervito tendría 35, 40 centímetros…
Titi : Seguí, por favor.
Cecita: Y unos gatitos que hablan y se me tiran todos los animalitos esos y me empujan con el hocico; me hociquean ¿viste?
Y yo tirada ahí en el piso, chocha.
Titi: Esto es literatura pura.
Cecita: Quiero que sepas que los ciervitos tenían cuernos pero en una versión cactus.
Titi: ¿Cuernos que pinchaban?
Cecita: Nooooo…
Titi: Digo, ¿como agujitas?
Cecita: No no, se veían como cactus pero eran de piel.
Titi: ¿Cuernos de piel?
Cecita: Pará. Busco una foto para que veas…
Titi: No, no, contameló, porque esto que estás narrando ya tiene forma de texto.
Cecita: La forma era de cactus pero no la textura: como con manitos, pero eran unos cuernos blandengues.
Titi: Ajá.
Cecita: Y los gatos que hablaban me hociqueaban también, y en eso aparece uno de los gatitos con una camiseta del chapulín colorado. Mini gatitos eran, ¿eh? Como siete. Y uno me dice que lo despertemos a Tito y nos cambiemos de lugar, porque estamos acostados en un camino y no hay luz, que “viene una moto”. Y yo estaba ahí tirada, no me podía mover de placer.
Y vos le decís al gato: “pero escuchame, ¿vos cómo sabes que viene una moto?”. Y Nico le decía: ¿pero vos cómo hablás?
Y yo pensaba: ¿pero estos ciervos cómo son tan chiquitos? ¿Y por qué tiene esos cuernos? Y pasó la moto nomás, y me desperté: no pisó a nadie, quedate tranquilo.
Titi: ¿Pero por dónde pasó? ¿Tito se despertó?
Cecita: Sí sí, ya estaba despierto, el gato decía cualquiera.
Titi: ¿Estaba drogado el gato? Es decir, ¿podría haber estado drogado?
Cecita: No eran así. Me desperté con una felicidad… era todo tan hermoso.
Titi: Qué hermoso sueño. Lo quiero mostrar. Me produjo paz.
Cecita: Lo que más me gustaba era los ciervitos que me hociqueaban…
Titi: ¿Y tenían la nariz mojada?
Cecita: Sí, pero no de moco: era humedad de hocico.
2 comentarios:
sos titi, como me haces reir. abrazo. h kalamicoy
sos titi, como me haces reir. abrazo. h kalamicoy
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